miércoles, 2 de septiembre de 2009

La muerte de Pizarro

En 1533, el adelantado Francisco Pizarro hacía su entrada en Cuzco, capital del imperio inca, en Perú, y daba por concluida la conquita de este país.. Al año siguiente fundaba la Ciudad de los Reyes, futura Lima, y la convertía en capital de los territorios conquistados. Por orden suya, su hermano Hernando viajaba a España para entregar al emperador la parte que correspondía a la corona del tesoro de Atahualpa, calorado en más de 700 millones de pesos y que fué vilmente expoliado por el "Sr" Pizarro. Franciso recibió el título de marqués y una ampliacion de la zona bajo su dominio. su lugarteniente, Diego de Almagro, se le otorgó la gobernación de Nueva Toledo, un área de 200 leguas situada al sur de las posesiones del adelantado, y para satisfacer sus ambiciones se le nombró sucesor de Pizarro. El pacificador Tanto Pizarro como Almagro consideraron que, por razones geográficas, la próspera Cuzco quedaba bajo su jurisdicción. Aprovechando la ausencia del primero, los almagristas tomaron la ciudad y encarcelaron a los hermanos Juan y Gonzalo Pizarro. El adelantado acudió en su ayuda, consiguió la liberación de sus parientes y persuadió a Almagro de que emprendiese la conquista de Chile, un reino" que, al parecer, poseía extraordinarias riquezas. La expedición para el nuevo expolio partió en el invierno de 1536, y Pizarro creyó que, una vez alejado su rival, podría dedicarse sosegadamente a la construcción de Lima y a la administración de sus posesiones. Sin embargo, el viaje de Almagro fue calamitoso. La vuelta de los desencantados almagristas coincidió con el levantamiento de Manco Inca, provocado por los abusos cometidos contra los indios por los hermanos de Pizarro. "Los de Chile" se aliaron a los rebeldes, entraron en Cuzco, encarcelaron a Hernando Pizarro, y obligaron al cabildo a que declarase a Almagro gobernador de la ciudad. Una vez más el adelantado tuvo que interferir, pero esta vez sus maniobras diplomáticas fracasaron. Tampoco tuvo éxito la mediación del dominico Fray Tomás de Berlanga, obispo de Tierra Firme y comisionado por el Consejo de Indias. Pizarristas y almagristas se enzarzaron en una guerra que se prolongó hasta el 26 de abril de 1538, cuando los primeros vencieron en la batalla de Las Salinas. Almagro, hecho prisionero en el campo de batalla, fue ajusticiado poco despues. Dueño por fin de Cuzco, Pizarro trató de ejercer con tino su autoridad, organizando las explotaciones, los cultivos y las minas. La resistencia continuaba, fomentada tanto por Manco Inca como por los almagristas, organizados ahora en torno a Almagro el Mozo, hijo del capitán ejecutado. El descontento iba en aumento y la corona encargó a Vaca de Castro que solucionara la vieja querella, pero los almagristas creyeron que el pacificador había sido comprado por Pizarro y prepararon el asalto a su palacio limeño. En su relato de las guerras peruanas, el cronista Cieza de León escribe que, al verles irrumpir en sus aposentos al grito de "Mueran los tiranos", el adelantado les preguntó ingenuamente por qué le querían matar, convencido como estaba de la rectirud de su caudillaje. Pizarro tenía sesenta y tres años cuando las espadas de los amotinados acabaron con su vida. Al parecer, su último gesto fue trazar en el suelo una cruz con su sangre, la única firma que era capaz de estampar al pie de las cartas que dictaba. Fuente: Historia y Vida.

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