domingo, 29 de enero de 2012

Falleni; La verdad de una mentira


El tipo de la fotografía aparece registrado como “Harry Leon Crawford” en la imagen 234 archivo policial de Nueva Gales del Sur, Australia. Va vestido con traje, corbata y tiene expresión compungida. La foto está tomada poco después de su detención, el 5 de julio de 1920, y sobre su cabeza un funcionario policial ha anotado el número de registro y un nombre: “E. Falleni”.

En el momento de su detención, Harry Crawford trabajaba en un hotel de Stanmore como limpiador y estaba casado con Elizabeth King Allison. La policía lo capturó y le hizo la ficha bajo la acusación de haber asesinado a su anterior mujer, Annie Birkett, desparecida tres años antes tras decir a un familiar que había descubierto algo sorprendente sobre Harry. Para justificar su desaparición, el detenido había dicho a sus vecinos que ella se había fugado con el fontanero. El hijo de Birkett, de un matrimonio anterior, puso a la policía sobre la pista tras la aparición del cadáver de su madre en 1917 en un lugar llamado Lane Cove. Los pruebas demostraban que Crawford había llevado a su esposa hasta un lugar apartado y allí la había apaleado hasta dejarla inconsciente. Después había quemado el cuerpo y se había deshecho de él.



La imagen que veis sobre estas líneas se encuentra en el mismo archivo de la policía de Nueva Gales del Sur y está realizada días o meses después de la primera. La protagonista de la fotografía es Eugenia Falleni, una mujer de origen italiano que había llegado a Australia a finales del siglo XIX. El archivo policial recoge que el día que llegó a prisión, acusada de asesinato, entró ataviada como un hombre bajo la identidad de Harry Crawford. Lo primero que pidió fue que la llevaran a las celdas de las mujeres y que no le contaran la verdad a su esposa. Después confesó que se había hecho pasar por un hombre durante las dos décadas anteriores. Durante aquel tiempo había conseguido engañar a todo el mundo y se había casado dos veces. El archivo policial también recoge que, al conocer la verdad, su segunda mujer aseguró: “Siempre me pregunté por qué era tan terriblemente tímido”.

La historia de Eugenia Falleni se hizo bastante popular hace unos años en Australia e incluso se escribió una biografía. La historia de aquella inmigrante italiana es aún más rocambolesca: había empezado a disfrazarse de hombre para conseguir trabajo como marinero en los barcos del Pacífico. Después decidió seguir con la farsa, aunque por el camino tuvo una hija que entregó a una pareja a la que explicó que la madre había muerto. En 1912, bajo la identidad de Harry Crawford, había conocido a la viuda Annie Birkett a la que embaucó para casarse años después.El día que descubrió la verdad, Falleni asesinó a la mujer e intentó hacer lo mismo con el hijo, al que pretendía tirar por un precipicio.

Algunas fuentes aseguran que la imitación era tan perfecta que entre las pertenencias con las que entró a prisión, en una maleta, había un objeto de madera y goma en forma de pene que utilizaba para disimular. El juicio se celebró en 1920 y Falleni fue condenada a muerte por el delito de asesinato, aunque su pena fue conmutada posteriormente por cadena perpetua. Salió de la prisión de Long Bay en febrero de 1931 bajo la identidad de Jean Ford y vivió de incógnito hasta que en 1938 un atropello le costó la vida.

Fuente: Fogonazos


jueves, 26 de enero de 2012

La que se avecina


Sinceramente y luego de ver como poco a poco EEUU se ha ido inventando conflictos para poder "salvaguardar" a la humanidad de múltiples "ojos del mal" el que me faltaba para cuadrar toda esta partida de ajedrez, era el enterarme de que actualmente y después de que Irán amenazara a Estados Unido que alejara su Flota del Golfo Pérsico, este país estupendo que no ha roto nunca un plato y que por supuesto, no quiere el petróleo de Irán no ha hecho ni caso.

Lo malo de todo esto es que uno pensando llega a la conclusión de que Irán tiene armas nucleares (por lo menos eso es lo que cuentan los que entienden) y no dudará en atacar bases navales de EEUU por todo el mundo, y aquí viene mi preocupación. ¿de cuántas bases navales estadounidenses estaría la cifra en España? De momento una, la de Rota en Cádiz.

Les dejo la noticia que apareció en prensa

Estados Unidos aseguró hace unos días que seguirá desplegando sus buques de guerra por el Golfo Pérsico luego que Irán amenazó con emprender acciones “severas” si un portaaviones de la Quinta Flota estadounidense incursiona en dichas aguas.

Teherán había amenazado con bloquear el tráfico de buques petroleros por el estrecho de Ormuz, ubicado a la salida del Golfo Pérsico, si EEUU y la comunidad internacional insistían en aplicarle sanciones a las exportaciones de crudo iraní debido a su programa nuclear.

“Estas son acciones programadas con regularidad y con apego a nuestros compromisos de hace mucho tiempo con la seguridad y la estabilidad de la región y en apoyo a las operaciones en curso”, dijo el comandante de la fuerza Naval de EEUU, Bill Speaks, a la agencia Reuters, al referirse a la Quinta Flota de EEUU patrulla las aguas internacionales de la región.

“La Naval de EEUU opera conforme las convenciones marítimas internacionales para mantener un constante estado de alto vigilancia a fin de asegurar el tráfico marítimo continuo y seguro de las vías acuáticas cruciales para el comercio global”, agregó.

Luego de concluir sus maniobras militares en el estrecho de Ormuz, por donde transitan al menos una quinta parte de las exportaciones mundiales de crudo, Irán había advertido a EEUU que no pusiera en el Golfo Pérsico al portaaviones Stennis.

“La República Islámica de Irán no repetirá su advertencia”, dijo el general Ataollah Salehi, comandante de la Armada de Irán, reportó la agencia oficialista iraní IRNA, según CNN.

Añadió  que Irán “no adoptará ninguna acción irracional, pero que está lista para reaccionar con severidad en contra de cualquier amenaza”.

lunes, 23 de enero de 2012

Landrú; el moderno Barba Azul


El embaucador y asesino de mujeres cuyo arquetipo es Barba Azul, estaba firmemente arraigado en la Francia de principios del siglo XX cuando Henri-Dèsire Landrú, la versión moderna del personaje de ficción, fue llevado a la guillotina.

Encarnación perfecta del mito de Barba Azul, Henri Désiré Landrú nació en París en 1869. Hijo de un modesto industrial y de una costurera, su infancia transcurrió entre sus estudios y la religión. Cuando tenía alrededor de 20 años tuvo que casarse con una prima que esperaba un hijo suyo. Poco tiempo después de su matrimonio, partió a la guerra a cumplir con sus obligaciones militares.

Entre 1902 y 1914, algunos delitos menores le valieron tres penas de cárcel sucesivas lo que acarreó que su padre, avergonzado por el comportamiento de su hijo, se quitara la vida.

Para Landrú, cuya inclinación a la estafa ya había desencadenado la muerte de su padre, la Gran Guerra de 1914-1918 le proporcionó la oportunidad de refinar este talento. Y es que, las bajas que a diario se producían en el frente de batalla, aumentaba constantemente el número de viudas; quienes colocaban en los periódicos anuncios matrimoniales. Esta lectura fue para Désiré una revelación. Comprendió que un hombre como él, atractivo y joven aún, podía aprovecharse de esta situación.

Desde 1914, Landrú hizo publicar en los diarios un anuncio que decía: "Señor serio desea casarse con viuda o mujer incomprendida entre 35 y 45 años". Como es de suponerse, recibió gran cantidad de cartas que organizó con esmero para estudiarlas y clasificarlas posteriormente.

Las fichas de las candidatas apuradas llevaban la anotación S.F. (sin fortuna), las cuales eran descartadas de inmediato por el ambicioso Landrú; a las otras, les enviaba una respuesta para recoger más información y asegurarse de la rentabilidad del idilio.

Llamado "El Moderno Barba-azul" fué el asesino de masas más famoso de Francia. Utilizaba su encanto para ganarse el corazón de docenas de mujeres solitarias. Ellas querían casarse; él quería su dinero y sus vidas para garantizar su silencio.


Landru utilizó un viejo truco para hacer saber que era un viudo de buena posición que deseaba casarse: simplemente puso un anuncio en los periódicos. Recibió miles de contestaciones. Seleccionó las que le parecieron más interesantes, alquiló una villa aislada en las afueras llamada "Ermitage", y empezó a hacer contacto con las pretendientes. Atento y encantador se ganaba su confianza, especialmente mujeres solitarias, viudas y con algún capital. Y así fueron cayendo una tras otra en la trampa tan hábilmente preparada por el asesino. Después de un breve plazo durante el que gozaba de sus encantos, las convencía para que le dejasen sus ahorros. Luego, las mataba, las descuartizaba con una sierra y las quemaba, incinerándolas en el horno de la villa "Ermitage".

Su primera conquista obtenida por este método fue la de la viuda Jeanne Cuchet de 39 años, quien vivía con su hijo de diecisiete años y cuyos ahorros podían considerarse como consistentes. La señora Cuchet tenía una necesidad urgente de afecto y para Landrú, -con su exquisita cortesía y su aspecto de "caballero"-, no le fue difícil seducirla. Su primera identidad fue la de Diard, inspector de correos, proveniente de Lille debido a la ocupación alemana. No sólo le prometió matrimonio, sino que además ofreció conseguirle al joven Cuchet un empleo estable y con futuro en la administración. La viuda aceptó y se fue con él al apartamento que Désiré previamente había alquilado en Vernouillet. Madre e hijo desaparecieron sin dejar rastro.

Alentado por su primer éxito, Landrú se animó a repetir la hazaña; llevó a cabo varias aventuras sentimentales de forma simultánea. Entre 1915 y 1919, hizo nueve conquistas sucesivas. La mayoría de sus "prometidas" eran viudas cuyas edades variaban entre los 45 y 50 años. Ellas, dispuestas a creer en todas las charlatanerías de su futuro esposo, le confiaban sus negocios, joyas, muebles y ahorros después de la "luna de miel" en la campiña.

Cuando a Landrú le pareció que el apartamento en Vernouillet ya no presentaba las garantías necesarias de discreción, lo abandonó y se fue a rentar una pabellón llamado "La Ermita" en Gambais, lugar ideal para esconder sus amores.

Désiré hacía sus conquistas en París y de vez en cuando pasaba los domingos en Gambais. Llevaba una vida casi normal. Visitaba a sus hijos con frecuencia, mostrándose con ellos como padre atento y a su esposa le regalaba joyas de las cuales nunca le explicó su procedencia.

Pero, como nada es eterno, a Landrú se le acabó la suerte cuando los familiares de las desaparecidas comenzaron a mostrar preocupación. Los primeros, fueron los parientes de la señora Collomb, la quinta novia de Désiré, quienes escribieron una carta al alcalde de Gambais para pedir noticias de la joven y de un tal señor Dupont con quien había sido vista por última vez. Poco después fue la familia Buisson la que buscaba a la que fue la séptima novia de Landrú y a quien acompañaba un tal Frémyet en Gambais. El alcalde nunca había oído el nombre de Frémyet, pues fue Dupont (Landrú) el que alquiló "La Ermita".


La policía abrió una investigación de inmediato y se dio a la difícil tarea de localizar a un hombre calvo, con barba negra y de estatura mediana. Con esta vaga descripción, fue el azar el que permitió que la hermana de la señora Buisson se cruzara con Landrú el mismo día que se presentó la denuncia. Lo vio en una tienda de la Rue de Rivoli comprando porcelanas, acompañado de una nueva víctima: Fernande Segret. La policía interrogó al comerciante y encontró que Désiré, había dejado su tarjeta "Lucien Guillet, 76, Rue Rochechouart".

Para el 13 de abril de 1919, Le Petit Journal publicaba un artículo con la detención de Landrú en el que informaba a sus lectores, que éste estaba inculpado de robos con agravantes y de estafas y que durante varios años se ocultó con nombres falsos. Además, el diario sentenció: "pero cargos más graves pesarán sobre él".

Los guardias se trasladaron a Gambais. Descubrieron la cocina, el cobertizo donde Désiré amontonaba la ropa y los muebles de sus víctimas. Encontraron además, osamentas humanas calcinadas. Pero las pruebas convincentes fueron sus ficheros y la libreta en la que anotaba, con una meticulosidad asombrosa de ahorrador compulsivo, los precios de los boletos de ferrocarril de París a Gambais.
El proceso de Landrú, duró dos años. El público cambió las preocupaciones de la reciente guerra por el juicio del hombrecito calvo, barbudo y con perfil de pájaro que negaba con calma, bromeaba con cinismo y daba en todo momento muestras de la más delicada cortesía. En su celda estudiaba sus expedientes, recibía obsequios y propuestas de matrimonio por parte de sus admiradoras. En las elecciones de 1919, cuatro mil franceses propusieron a Landrú como candidato.

Los debates eran seguidos con pasión, ya que si bien nadie ponía en duda la culpabilidad del acusado, tampoco había ninguna prueba formal. No se encontró ningún cadáver ni de las diez novias ni el del hijo de la señora Cuchet. Las osamentas humanas reducidas a cenizas, encontradas en la cocina, eran solamente 996 gramos. Había grandes conjeturas, pero ningún testimonio.

El abogado de Désiré, el señor de Moro-Giafferi, a pesar del talento demostrado, no logró salvar a su cliente. Sin embargo, las últimas palabras que Landrú le dirigió a su defensor fueron: "Le he confiado una causa bien difícil... digamos desesperada... En fin, no es la primera vez que condenan a un inocente". Ante el escepticismo del señor Moro-Giafferi, añadió: "Sí, maestro, digo bien: inocente".

Después de tres semanas de proceso, Landrú fue condenado a muerte la madrugada del 22 de febrero de 1922. La cabeza del "Señor de Gambais" rodó a las puertas de la cárcel de Versalles.

Si bien se llegó a especular en cifras exageradas que Landru pudo asesinar a casi 300 mujeres, el secreto de sus asesinatos se enterró con él, pues en ningún momento reconoció su culpa ni dió ningún tipo de pista que pudiera esclarecer su caso. En todo caso con casi total seguridad estos nombres que a continuación se citan pertenecen a las "hazañas" de tan frío asesino.

- Sra. Cuchet, viuda, 39 años y su hijo de 17 años.

- Sra. Laborde, viuda, 46 años.

- Sra. Guillin, 51 años. Fea, pero con una herencia de      20,000 francos.

- Sra. Héon, la primera que fue a Gambais.

- Sra. Collomb, viuda, 39 años.

- Andrée Babelay. La excepción, 19 años, guapa y sin dinero, no fue reclutada por anuncio sino en un encuentro casual en el Metro.

- Sra. Buisson. Virtuosa que tardó dos años en ceder.

- Sra. Jaume. Muy católica, aceptó las proposiciones de Landrú tras la oferta de matrimonio.

- Sra. Pascal. Joven y guapa. Antes de irse a Gambais le escribió a su tía: "No sé lo que hay en él, pero me asusta. Su mirada ceñuda me angustia. Parece el diablo".

- Sra. Marchadier. Antigua prostituta. Partió a Gambais acompañada de sus tres perros que también desaparecieron sin dejar huella.

- Sra. Cuchet, viuda, 39 años y su hijo de 17 años.

- Sra. Laborde, viuda, 46 años.

- Sra. Guillin, 51 años. Fea, pero con una herencia de 20,000 francos.

- Sra. Héon, la primera que fue a Gambais.

- Sra. Collomb, viuda, 39 años.

- Andrée Babelay. La excepción, 19 años, guapa y sin dinero, no fue reclutada por anuncio sino en un encuentro casual en el Metro.

- Sra. Buisson. Virtuosa que tardó dos años en ceder.

- Sra. Jaume. Muy católica, aceptó las proposiciones de Landrú tras la oferta de matrimonio.

- Sra. Pascal. Joven y guapa. Antes de irse a Gambais le escribió a su tía: "No sé lo que hay en él, pero me asusta. Su mirada ceñuda me angustia. Parece el diablo".

- Sra. Marchadier. Antigua prostituta. Partió a Gambais acompañada de sus tres perros que también desaparecieron sin dejar huella.

sábado, 21 de enero de 2012

¿Será por fin "El Fin"?

Desde que tengo capacidad para entender alguna cosilla, he oído ciento de veces hablar del Fin del Mundo.
Así, por ejemplo, me pasé el día 31 de Diciembre del año 1999 esperando que mi ordenador petara por algún lado, o que la fecha del mismo cambiase y que realmente llegara el día del fin o que fuese él el que intentara resetearme a mi.
Nada de esto pasó, y paso a dejarles unos cuantos "fines del mundo" desde que el hombre es hombre, el mundo el mundo y la superstición es un buen alimento para algunos.
 
Según algunos apócrifos de la Biblia, el mundo terminaría en el año 999, un poco por ser una cifra redonda, y otro poco por asustar. El Juicio Final tendría lugar cerca de Jerusalén (aunque no se decía dónde). Así que la gente que pudo vendió sus cosas y se fue para allá a ver si insistiendo, les salvaban del fuego eterno.

Los que no pudieron se agolparon en las iglesias en Nochevieja esperando las trompetas y toda la fanfarria que suele acompañar al fin del mundo. El Papa Silvestre II celebró una misa masiva por si era verdad lo de la segunda venida de Cristo.  En general, todo el mundo en Europa se volvió loco. Los que  no perecieron por el hambre y el frío tuvieron que volver cabizbajos, con el mundo intacto, por supuesto.

1524. En las grandes ciudades (que tampoco eran tan grandes) de la época proliferaban los adivinos, y varios e ellos empezaron a decir que el mundo se acabaría por una inundación old skool en Febrero. Hubo quien se fugó, y hubo quien se construyó un fuerte para evitar que les pillara. No hubo tal inundación y los adivinos dijeron que se habían equivocado, que era al año siguiente. No les hicieron demasiado caso.

En los tres siglos siguientes, no pocos profetas y chalados vaticinaron cataclismos, pero casi siempre a nivel local. En 1842 cientos de personas creían que el mundo acabaría el día de San Patricio, tal y como se revelaba en unos versos de John Dee que finalmente resultaron no existir…

Y ya en nuestra edad contemporánea, y aunque las consecuencias fueron trágicas, la idea de Charlie Manson de que el mundo acabaría en 1969  era un poco cómica. Sobre todo porque la revelación venía oculta en la canción de los Beatles “Helter Skelter”.

Pero en el siglo veinte es, quizás, cuando más avisos del fin del mundo ha habido. Algunas de ellos terminaron con suicidios colectivos como el de Jonestown en 1978, o el de Waco en el 93.

Sin embargo, por motivos evidentes, preferimos las que terminan sin incidentes mayores. Por ejemplo, todas las personas que durante los noventa aseguraban que el mundo se iba a terminar porque lo decía alguna profecía de Nostradamus.
Así en 1998, algunas personas hicieron la suma y resultó que Cristo había vivido 1998 semanas de vida, por lo que el mundo, como es lógico y normal, tenía que acabar en ese año.

En 1999 también se habló del fin del mundo, y esta vez por varios motivos. Uno era el manido paso de un milenio a otro, que ya sabemos que siempre es motivo de alarma y desesperación. Otro fue lo de los ordenadores, que se creía que por culpa del Efecto 2000 iban a volverse locos y a esclavizarnos como en “Futurama”.

Otro motivo, más lúdico, fue la insistencia de Paco Rabanne, quien reiteraba en la caída de un satélite en el centro de París. Puede que Paco se inspirase en Nostradamus, quien también hablaba de 1999. Al principio se hablaba de febrero, luego de septiembre, y al final de diciembre. Algunos dijeron que había sido un error de cálculo, y que dejaban el mundo para el 2001, pero aquí seguimos.

Desde este año nos hemos centrado en el 2012, con oportunas apariciones sorpresa de profetas, científicos sin título, y lumbreras varios. El planeta Hercólubus, sin ir más lejos, lleva más de diez años esperando a darse un porrazo contra la tierra.

sábado, 14 de enero de 2012

Master en decoración

Gracias al incansable bloguero BigBoy estoy siempre enterándome de noticias como la que a continuación les paso a contar.
Es bastante sórdida, pero cualquiera de las personas que nos están rodeando en nuestro día a día podría perfectamente ser un ser como el ruso Anatoly.

Anatoly Moskvina (de 45 años), un historiador considerado como 'genio' por todos aquellos que lo conocen, fue arrestado por robar cuerpos de dos cementerios en Rusia.

De acuerdo con fuentes locales, Moskvina (quien también es periodista) sentía fascinación por los cementerios y ya había visitado cerca de 750 de ellos.

"Durante una investigación sobre profanaciones de tumbas, investigadores detuvieron a un hombre de la localidad de Nizhny Novgorod (la quinta ciudad más grande de Rusia) y encontraron más de 20 esqueletos que aparentemente había desenterrado, para después llevarlos a su casa", señala una agencia de noticias.

Moskvina había robado además 26 cuerpos en estado de descomposición, para después vestirlos como muñecos y colocarlos en diversas posiciones a lo largo de su departamento.

Al parecer, Moskvina acudió al cementerio de Sormovskoye y desenterró los cuerpos de las mujeres (cuyas edades oscilaban entre los 16 y los 25 años) y los llevó a su departamento en bolsas negras de plástico.

Moskvina, quien a veces dormía en ataúdes y bebía agua de charcos en el cementerio, fue arrestado después de que sus padres descubrieron los cuerpos humanos en su vivienda.

Además de su macabra afición, Moskvina se dedicaba a impartir conferencias y ofrecer visitas guiadas en una biblioteca. Culto, inteligente y sumamente macabro, es una persona capaz de hablar 13 idiomas.
Fuente: Aquí

viernes, 6 de enero de 2012

Harold Shipman; El doctor muerte

Un médico que faltó gravemente a su juramento hipocrático y que se convirtió en uno de los peores "superasesinos" de la historia mundial, resolvió utilizar para sí mismo una receta igual y, tal como lo hizo con 215 pacientes, también se quitó voluntariamente la vida en una celda de la prisión de Wakefield (Inglaterra) en la que estaba condenado a cadena perpetua desde hacía cuatro años.


Harold Shipman, de 58 años, mundialmente conocido como el "Doctor Muerte" y múltiple asesino, fue encontrado ahorcado el 13 de enero de 2004 en su celda de la cárcel de máxima seguridad a las 6.20 GMT y dos horas después se certificó oficialmente su fallecimiento; según las versiones oficiales, debió quitarse la vida durante la madrugada, utilizando las sábanas de su cama.

Las sospechas, que condujeron a las investigaciones sobre la forma como trabajaba el médico, a quien durante el juicio se señaló como un "adicto al asesinato", comenzaron en 1998 cuando cometió uno de sus mayores errores, al falsificar el testamento de una anciana de 81 años a la que asesinó inyectándole morfina. Tras la investigación, el 7 de septiembre de ese año fue detenido.
Inyectaba morfina a sus víctimas

Correspondió a la hija de esta octogenaria, una abogada llamada Angela Woodruff, denunciar al aparentemente "afable doctor", ya que se extrañó que su madre Kathleen Grundy le hubiese dejado, a través de un testamento, 365.000 libras esterlinas.

Fue este el principio del fin del criminal, que tras un juicio de 52 días recibió como castigo en enero de 2000 la cadena perpetua por el asesinato de 15 pacientes, todas mujeres de avanzada edad, pero nuevas investigaciones indicaron que mató, cuando menos, a otras 200, aunque las cifras se elevan hasta las 260.

La juez Janet Smith afirmó el año pasado en Manchester, que el "Doctor Muerte" "es posible que haya sido un drogado del crimen" y expresó que durante su investigación fueron analizadas las circunstancias de 887 fallecimientos de pacientes de Shipman, que comenzó a matar en 1975, un año después de haber comenzado a ejercer su carrera de medicina.
Exhumación en el cementerio durante las investigaciones

Al parecer, cuando tenía 17 años fue testigo de una dolorosa muerte de su madre a causa del cáncer y eso, según algunos psiquiatras británicos pudo "marcarle para el resto de su vida", porque ella fue tratada en sus últimos días con morfina para calmar los intensos dolores que sufría.

Además, resultó ser un adicto a los calmantes y en la década de los años 70 llegó a reventarse las venas por utilizarlos en cantidades desproporcionadas, pero las autoridades únicamente le multaron con 600 libras esterlinas que pagó para quedar así libre de cargos y ejercer una carrera que le llevó a matar a una amplia mayoría de sus pacientes.

El "asesino en serie", si los números de 215 son los válidos, mató entre 1975 y 1998 a 171 mujeres y 44 hombres, de edades que iban de 41 a 93 años, pero según la juez Smith aquella cifra "no refleja completamente la amplitud de los crímenes" porque existían, a su juicio, fundadas sospechas que había otras 45 víctimas mortales.

Shipman, que ejerció como "médico de familia" en Todmorden, inicialmente, y desde 1977 en Hyde, una población cercana a Manchester, prefería acabar con la vida de mujeres mayores de 60 años que vivían solas y a las cuales durante las visitas que efectuaba les inyectaba dosis de morfina o heroína, y luego certificaba que habían fallecido como consecuencia de una crisis cardiaca. Según los jueces no hubo en esos asesinatos ningún motivo de índole sexual ni económico, salvo en el de Kathleen Grundy, que se convirtió en su perdición.

¿Entonces, qué lo condujo a cometerlos? De acuerdo con lo expresado por el fiscal del caso, cuyas acusaciones influyeron para que se le condenase a cadena perpetua, lo hizo "por el drama de quitarle la vida a alguien, por tener poder sobre la vida y la muerte". Se creía Dios, cuando sólo era un miserable asesino.
Por otro lado

Fue en Hyde donde Shipman asesinó a 214 de las 215 víctimas reconocidas y por lo cual se le condenó a la cadena perpetua. En 1998, cuando fue detenido e ingresado en prisión, alcanzó a matar a 18 personas, pero en los años 1995 y 1996 se registraron las mayores cifras con 30 crímenes en cada uno de ellos.

La magistrada Smith dijo tras la investigación realizada que Shipman asesinaba a sus víctimas en sus domicilios por las tardes y que el "Doctor Muerte" había "traicionado la confianza de los pacientes de una manera y con una amplitud que, creo, carece de equivalente en la historia".

También explicó que los últimos tres asesinatos realizados en 1998 por el médico podrían "ser evitados y sus víctimas salvadas" si la policía que realizó la primera investigación la "hubiese correctamente efectuado", porque a juicio de ellas, dos inspectores novatos efectuaron un "mal trabajo".

Shipman no se inmutó durante el juicio, ni cuando le leyeron la condena, El juez Forbes le impuso la sentencia en firme que decía así, "cada una de las víctimas era su paciente. Por su maldad y por sus perversas intenciones usted se aprovechó de ellas y abusó de su confianza. No me cabe la menor duda que cada una de sus víctimas sonrió y le dio las gracias cuando usted les administraba las mortales inyecciones".


Casado y padre de cuatro hijos, el "Doctor Muerte", que se hizo justicia a sí mismo, habló la víspera de su suicidio con su esposa Primrose, y de acuerdo con los testimonios de funcionarios de la prisión, en donde quedó grabada la conversación, no se observó ninguna anomalía ni él le dio a conocer las intenciones que tenía para quitarse la vida.

El médico que en vez de salvar vidas se dedicó a destruirlas; el profesional que sin ninguna razón decidió, por un simple y malévolo placer, a matar en cadena; el hombre que como un "ángel vengador" mantenía una sonrisa que engañaba a sus víctimas para así poderlas llevar a las tumbas tuvo, al parecer, un profundo arrepentimiento que lo condujo al suicidio.

De esta forma concluyó una vida que sólo sirvió para hacer el mal, pero nunca nadie sabrá los verdaderos motivos que tuvo para convertirse en un "adicto al asesinato" e, incluso, aceptar ese apelativo de "Doctor Muerte" por el cual nunca protestó. Se llevó a las tumbas muchas víctimas y a la suya propia muchos misterios.