miércoles, 8 de septiembre de 2010
Cierto es que las mujeres no han tenido mucha fama a la hora de considerarse como "Asesinas en serie", pero aquí, como en todos lados haberlas haylas.
Quizás siempre han estado envueltas en asesinatos que, incluso, hasta podíamos llamarles piadosos, tales como cuidadoras de ancianos que "libran" a éstos de un sufrimiento, o simplemente por robarles como hacía Juana Barraza, la Mataviejitas", sin olvidar, por supuesto, a todas esas maestras de los brebajes que mataban a diestro y siniestro.
Pero lo que, desgraciadamente, ha ocurrido en Francia este año, nos ha tocado la fibra por tratarse de niños.
Pasen y juzguen...
El horror comenzó a destaparse el pasado sábado 24 de Julio del 2010. Parecía una apacible mañana de jardinería en una vivienda unifamiliar de la localidad francesa de Villers-au-Tertre. Una pareja que acababa de comprar el chalé se disponía a plantar un árbol cerca del porche. Bastaron varios golpes de azada para toparse con dos bolsas de plástico con los restos de otros tantos bebés en su interior. Superado el espanto inicial, los nuevos propietarios acertaron con marcar los números que pronto llevaron hasta el lugar a varias patrullas policiales. El terror sólo había dado sus primeros pasos.
Las sospechas iniciales apuntaron hacia los anteriores dueños del inmueble. Perteneció a un matrimonio de ancianos fallecidos hace varios años. Pero la pista era la buena y pronto se llegó hasta la heredera, Dominique Cottrez. Vivía cerca, a escasamente un kilómetro. En su casa se presentaron los agentes encargados de la investigación el mismo día y allí se toparon con lo que puede constituir el mayor infanticidio de la historia de Francia. La mujer de 47 años confesó que los cadáveres hallados en la antigua propiedad de sus padres pertenecían a dos de sus hijos. Y fue aún más explícita: había otros seis bebés enterrados entre el prado y el garaje de su propio hogar. En los siguientes días perros entrenados para realizar búsquedas subterráneas localizaron los cadáveres, también minuciosamente envueltos en bolsas de nailon. Cottrez dejó caer aún un dato más para agrandar el macabro descubrimiento. Quizás haya otros cuatro más, porque con el tiempo perdió la cuenta.
Esta enfermera tampoco puso reparos para confesar la motivación que le llevó a deshacerse de los hijos que habían nacido entre 1989 y 2006 en el seno de su matrimonio con Pierre-Marie Cottrez, carpintero y concejal del pintoresco municipio. Una vez detenida el martes lo explicó todo ante el fiscal de Douai, Eric Vaillant. Al parecer, sus dos primeros partos -de los que nacieron dos hijas hoy venteañeras que ya la han hecho abuela- fueron traumáticos. Ello le llevó a negarse a pasar de nuevo por la experiencia de criar niños y a acabar con sus siguientes descendientes nada más alumbrarlos. Asfixió a todos.
Preguntada por qué no acudió a los médicos para evitar quedar embarazada, su respuesta fue contundente: no creía en ellos. No le ayudaron en su sufrimiento en los partos que sí decidió soportar.
Dominique Cottrez se enfrenta a ocho cargos de homicidio voluntario de menores de 15 años y lo normal es que sobre ella recaiga una condena de cadena perpetua -según informó ayer el fiscal-, siempre y cuando los análisis psiquiátricos determinen que era consciente y responsable de sus actos. El marido, también detenido inicialmente por omisión de denuncia y ocultación de cadáveres, ha sido puesto en libertad. La infanticida sostiene que él desconocía los crímenes e incluso sus embarazos. El gran tamaño de esta mujer podría haber servido para ocultar las gestaciones.
Las sospechas iniciales apuntaron hacia los anteriores dueños del inmueble. Perteneció a un matrimonio de ancianos fallecidos hace varios años. Pero la pista era la buena y pronto se llegó hasta la heredera, Dominique Cottrez. Vivía cerca, a escasamente un kilómetro. En su casa se presentaron los agentes encargados de la investigación el mismo día y allí se toparon con lo que puede constituir el mayor infanticidio de la historia de Francia. La mujer de 47 años confesó que los cadáveres hallados en la antigua propiedad de sus padres pertenecían a dos de sus hijos. Y fue aún más explícita: había otros seis bebés enterrados entre el prado y el garaje de su propio hogar. En los siguientes días perros entrenados para realizar búsquedas subterráneas localizaron los cadáveres, también minuciosamente envueltos en bolsas de nailon. Cottrez dejó caer aún un dato más para agrandar el macabro descubrimiento. Quizás haya otros cuatro más, porque con el tiempo perdió la cuenta.
Esta enfermera tampoco puso reparos para confesar la motivación que le llevó a deshacerse de los hijos que habían nacido entre 1989 y 2006 en el seno de su matrimonio con Pierre-Marie Cottrez, carpintero y concejal del pintoresco municipio. Una vez detenida el martes lo explicó todo ante el fiscal de Douai, Eric Vaillant. Al parecer, sus dos primeros partos -de los que nacieron dos hijas hoy venteañeras que ya la han hecho abuela- fueron traumáticos. Ello le llevó a negarse a pasar de nuevo por la experiencia de criar niños y a acabar con sus siguientes descendientes nada más alumbrarlos. Asfixió a todos.
Preguntada por qué no acudió a los médicos para evitar quedar embarazada, su respuesta fue contundente: no creía en ellos. No le ayudaron en su sufrimiento en los partos que sí decidió soportar.
Dominique Cottrez se enfrenta a ocho cargos de homicidio voluntario de menores de 15 años y lo normal es que sobre ella recaiga una condena de cadena perpetua -según informó ayer el fiscal-, siempre y cuando los análisis psiquiátricos determinen que era consciente y responsable de sus actos. El marido, también detenido inicialmente por omisión de denuncia y ocultación de cadáveres, ha sido puesto en libertad. La infanticida sostiene que él desconocía los crímenes e incluso sus embarazos. El gran tamaño de esta mujer podría haber servido para ocultar las gestaciones.
El caso ha sacudido a Francia. Pero sobre todo a los habitantes de Villers-au-Tertre, una pequeña comuna campestre de 620 habitantes, una docena menos de los que hubiera tenido sin la pavorosa actuación de Dominique. El alcalde del pueblo, Patrick Mercier, como casi siempre en estos casos, aseguró a la prensa que la pareja parecía llevar una vida relativamente normal, discreta, como la del resto de los vecinos. Les conocía bien porque el marido cumplía su tercera legislatura en el seno del consejo municipal. Es «alguien respetable». La esposa «salía muy poco», cohibida por su generosa corpulencia.
Francia se ha llevado una sorpresa, pero no tan grande. En 1984 una pareja fue condenada en el departamento de la Corrèze, al sur de París, a cinco y ocho años de prisión por haber ahogado y enterrado a siete recién nacidos. Más recientemente, una mujer confesó en marzo que mató a seis hijos y escondió sus cuerpos en una bodega de su casa, en el noroeste del país.
Francia se ha llevado una sorpresa, pero no tan grande. En 1984 una pareja fue condenada en el departamento de la Corrèze, al sur de París, a cinco y ocho años de prisión por haber ahogado y enterrado a siete recién nacidos. Más recientemente, una mujer confesó en marzo que mató a seis hijos y escondió sus cuerpos en una bodega de su casa, en el noroeste del país.
Fuente: Aquí
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