martes, 22 de septiembre de 2009

Gladiadores: que trabajo...

Ser gladiador en los tiempos romanos no era un buen empleo, aunque tampoco el peor. Hay que diferencia, además, entre los que eran condenados a luchar contra las fieras y los que hacían de ello una actividad profesional que arrastraba masas de espectadores y que movía altas sumas de dinero. Eran los héroes del imperio. En los anfiteatros se ofrecían tres tipos de espectáculos o ludi circenses: los combates de gladiadores, las luchas de fieras salvajes (entre sí o con hombre) y las batallas navales. Los gladiadores recibían un largo entrenamiento en escuelas especiales (y así se convertían en "canteranos") y su profesión estaba regulada legalmente mediante la lex pugandi. Sólo los delincuentes convictos y los cristianos eran arrojados a las fieras o ajusticiados en la arena mediante horribles suplicios. En realidad, los romanos utilizaban el mismo escenario para dos actividades bien distintas, el deporte y la ejecución, que ellos diferenciaban mucho mejor que nosotros. El "dream team" Las escuelas de gladiadores eran propiedd de un empresario que vendía o alquilaba su traspaso a la pesona que organizaba los juegos. En el primer caso, al finalizar el espectáculo abonaba el alquiler de los supervivientes y el precio de venta de los que morían a quedaban inservibles. El dream team de los luchadores estaba formado por los tracios, muy apreciados por su dureza, y los que procedían de zonas ganaderas, más acostumbrados a la sangre que los de áreas agrarias. Existían distintos tipos de gladiadores, que se diferenciaban por la indumentaria y las armas que portaban, de ahí que cada uno fuera enseñado a manejarlas para que ofreciera un espectáculo digno de la fama de su escuela. Se les clasificaba de acuerdo con las armas que portaban: retiarii (red y tridente), secutores (espada y escudo), dimachar (dos espadas cortas), mumillones (yelmo, escudo rectangular y espada larga)... Líderes y gregarios Los duros entrenamientos era supervisados por gladiadores retirados que estaban especializados en una técnica o arma en particular, y que ejercían de "ojeadores" ante la visita del organizador del festejo. De la formación recibida, y de la correspondiente aplicación del alumno, se derivaba su clasificación en expertos (meliones) o comunes (gregarii), que cobraban hasta quince veces menos que los primeros. La plebe exigía más y mejores juegos cada vez, de manera que los gladiadores más veteranos, auténticos mitos eróticos para las mujeres romanas, llegaron a exigír primas más altas por luchar en la arena. La publicidad y los derechos de imagen no se contabilizaban todavía.

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