miércoles, 19 de mayo de 2010

El misterio del Paso Dyatlov

Hoy quiero hacer mención a un tema que desde que lo conocí, hace exactamente 4 años me ha impresionado muchísimo.
Lo primero, y más desconcertante de todo, es el saber que les pudo haber pasado a unos estudiantes, que acampaban a 30 grados bajo cero, para que salieran, despavoridos y semidesnudos, fuera  de la protección de sus tiendas de campaña, destrozando éstas desde dentro.
Eran chavales a  los que  no les resultaba nuevo hacer alpinismo, incluso a bajas temperaturas. 
Seguramente cuando terminen de desclasificarse todo los documentos, podremos poner un poquito más de luz a este misterio 
Aquí les dejo la historia.



A principios de febrero de 1959 el tiempo era bueno en la zona de los Urales. Una decena de estudiantes y experimentados alpinistas, encabezados por Igor Dyatlov, de 23 años, se preparaba para realizar una expedición a la cordillera montañosa. Cuando emprendieron la marcha hacia la base del monte Otorten nadie presagiaba su fatal destino. Al llegar al último lugar de aprovisionamiento un miembro del equipo, Yuri Yudin, enfermó repentinamente, lo que le obligó a quedarse allí para recuperarse ante la imposibilidad de seguir el ritmo del resto del grupo de estudiantes. Paradójicamente, aquella circunstancia se convirtió para su protagonista en un suceso providencial y, al mismo tiempo, en una pesadilla. Desanimado, Yudin se despidió de sus nueve compañeros. Sería la última vez que los vería con vida. Lo que les ocurrió a partir de ese momento sigue siendo un completo misterio.

Desaparición
De acuerdo a las normas básicas de seguridad, cuando llegaran a la zona de Vizhai, de regreso de la montaña, Dyatlov tenía que enviar un telegrama al Instituto Politécnico de los Urales, donde estudiaban todos los integrantes del grupo. El joven calculaba que eso sucedería alrededor del 12 de febrero, pero advirtió, no obstante, que podría retrasarse algunos días si el tiempo se complicaba. Por este motivo nadie se percató de su desaparición hasta pasadas varias semanas. No fue hasta el 20 de febrero cuando las familias de los excursionistas dieron la voz de alarma ante la falta de noticias de sus seres queridos. Entonces se movilizó un equipo de rescate compuesto por miembros de la policía y del ejército y por un grupo de profesores y alumnos de lo que hoy es la Universidad Técnica de los Urales. Tras varios días de búsqueda, el 26 de febrero encontraron el último campamento que habían establecido los estudiantes. Su estado no presagiaba nada bueno. El estudiante que lo halló, Mijail Sharavin, dibujó una instantánea escalofriante: las tiendas estaban totalmente rajadas desde dentro y cubiertas parcialmente por nieve. No había nadie en su interior, pero, extrañamente, los objetos personales, incluso la ropa de abrigo, permanecían allí. Al revelar las fotos de las cámaras que los jóvenes habían dejado atrás como mudos testigos de lo sucedido, se determinó que el grupo había acampado en ese lugar el 2 de febrero hacia las cinco de la tarde.

Todos estaban muertos
En el  campamento el equipo de rescate encontró también un conjunto de huellas en línea recta que partían de las tiendas de campaña. Los expertos aseguraron que pertenecían a un grupo de unas ocho o nueve personas, lo que demostraría que todos los estudiantes huyeron prácticamente desnudos. Unos llevaban calcetines y otros, una única bota, pero algunos escaparon con los pies descalzos. Las huellas se hundían unos 90 cm en la nieve y no revelaban signos de violencia ni la presencia de alguien ajeno al grupo. Conducían hacia una pequeña cuesta que llevaba a una masa arbolada cercana, pero tras 500 m desaparecían sin dejar rastro. En el borde del bosque aparecieron los cuerpos sin vida de dos de los estudiantes desaparecidos: Georgi Krivonischenko, de 24 años, y Yuri Doroshenko, de 21. Sus cadáveres descansaban bajo un gran pino vestidos únicamente con ropa interior y sin signos externos de violencia. Junto a ellos se veían los restos de una hoguera y algunas ramas del pino destrozadas. A pocos metros, en un claro de la arboleda, yacían los cuerpos de Rustem Slobodin, de 22 años, de Zina Kolmogorova, de 22 años, y de Igor Dyatlov, de 23. Por la posición de los cadáveres, parecía que los jóvenes habían tratado infructuosamente de llegar al campamento. Este espeluznante hallazgo provocó que se pusiera en marcha una investigación. La autopsia que se realizó a los cinco cuerpos no arrojó datos relevantes: los estudiantes habían muerto por hipotermia y no presentaban lesiones externas. Tan solo uno tenía una pequeña fractura en el cráneo que no había sido la causa de su muerte. Y es que, salvo por los detalles escabrosos que presentaba el campamento y el hecho de que los estudiantes lo abandonaran sin ropa, todo lo sucedido entraba dentro de los parámetros de lo aparentemente lógico. Pero aún quedaban por encontrar cuatro de los estudiantes. El descubrimiento de sus cuerpos dio un dramático giro a los acontecimientos.

Top Secret
Establecer el paradero de los demás excursionistas costó casi dos meses. Los cuatro estaban enterrados bajo 5 m de nieve cerca de una especie de pequeño barranco, próximo al lugar donde se habían encontrado los cuerpos de las otras víctimas. Eran Nicolas Thibeaux-Brignollel, de 24 años, Ludmila Dubinina, de 21, Alexander Zolotaryov, de 37, y Alexander Kolevatov, de 25. El cráneo de Thibeaux estaba prácticamente destrozado por dentro, y Zolotaryov y Dubinina tenían varias costillas rotas. Además, la muchacha no tenía lengua. Pese a ello, las lesiones externas que presentaban eran prácticamente inapreciables. Y, al contrario que los demás, estaban vestidos. Parecía como si los últimos en morir se hubieran apropiado de las ropas de quienes habían fallecido primero, ya que el cuerpo de Zolotaryov vestía un abrigo de piel y un sombrero de Dubinina, mientras que los pies de esta última estaban envueltos en los pantalones de Krivonischenko. Tras tres meses de análisis, la investigación sobre el caso se dio por zanjada sin llegar a ninguna conclusión. Sin testigos, sin nadie a quien acusar y sin pruebas sustanciales sobre lo ocurrido era lo más previsible. El caso quedó bajo secreto de sumario y se prohibió el acceso a la zona donde habían ocurrido los hechos durante los tres años siguientes. Hasta el momento se han desclasificado muy pocos documentos al respecto. Pero, a pesar de los esfuerzos de las autoridades por acallar este espeluznante suceso, los compañeros y los familiares de los jóvenes impulsaron la creación de una organización que se ha dedicado a tratar de desentrañar el misterio durante los últimos 49 años: la Fundación Dyatlov.

Fuente: Pincha aquí

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