jueves, 17 de marzo de 2011
Durante nada menos que 18 años, el terror se adueñó de la renancentista ciudad de Florencia, cuna de de algunos de los genios que nos ha dado la historia, Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel, Dante, Maquiavelo, etc.
Un total de 16 crímenes, todos cometidos sin motivo aparente, en noches sin luna, un poco antes de la medianoche y en verano (salvo dos parejas), dejaron una profunda huella, no sólo en Florencia, sino en toda Italia, ubicados desde 1968 hasta 1985, aunque muchos criminólogos creen que los asesinatos de Antonio Lo Bianco y Bárbara Locci, 21 de agosto de 1968 no fueron cometidos por la misma persona.
Dicho asesino, aún sin capturar, fue bautizado como "El Monstruo de Florencia" y en las noches de veranos cuando las parejas buscaban en la oscuridad su ratito de intimidad, salía de su escondite revólver en mano y antes de que las parejas empezaran sus artes amatorias, disparaba primero a los hombres, casi siempre, y luego a las mujeres a las que posteriormente les apuntaba sus órganos sexuales. Luego se llevaba el seno izquierdo y la vagina cuales trofeos de su actos.
Desde principio de los años ochenta varios expertos trataron de realizar un perfil psicológico del asesino, unas veces por solicitud de las autoridades que trabajaban en el caso, y otras por cuenta propia. Uno de estos retratos, sin lugar a duda el más completo, lo llevó a cabo el grupo de criminólogos de la Universidad de Módena, Francesco De Fazio, Salvatore Luberto e Ivan Galliani. Estos hombres elaboraron un extenso informe de 150 páginas, en ellas tratan de responder a algunas de las preguntas que todos se habían estado haciendo, así como rasgos del Monstruo, tales como: su físico, edad, origen y nivel cultural, el modus operandi y la psicopatología del sujeto; después de realizar un estudio basado en los testimonios de los familiares y los policías, la necropsia de las víctimas, las fotos y reconstrucciones del delito y de haber examinado personalmente los lugares donde el Monstruo asesinó.
La conclusión del grupo fue: el asesino es un narcisista obsesivo con delirio de grandeza, que guarda dentro de sí un odio extremo hacia el amor físico, pero su locura es en cierto modo lúcida. Tiene una inteligencia extraordinaria, capaz de organizar y planear al detalle cada crimen, un conocimiento profundo de las zonas donde ataca y una mano precisa para llevar a cabo el delito sin vacilaciones. Cuando dispara siempre lo hace con un tiro certero a uno de los puntos vitales del cuerpo de la víctima, mostrando su destreza en el uso de las armas de fuego, y cuando mutila los órganos sexuales al cadáver lo hace con una precisión fuera de lo común.
Creen se trata de un varón de aproximadamente un metro ochenta, entre 35 y 40 años, con algún trastorno sexual, todos sus delitos tienen naturaleza sexual, como demuestra el aumento de componentes fetichistas y sádicos, lo que indica que tiene una sexualidad desarrollada sólo a nivel de la fantasía y que pudo haber llegado al crimen después de unas fases previas de vouyerismo y fetichismo. Por la precisión de los cortes, la amputación del pecho izquierdo de sus víctimas, su finalidad es de conservación; en ningún cadáver hay muestras de una sádica búsqueda de placer suplementaria obtenida por hacer sufrir a la víctima. Son incisiones muy estudiadas para no dañar la piel de los alrededores.
Nunca actuó en el mismo lugar y siempre utilizaba la misma arma, -una Beretta calibre 22, modelo Long Rifle-. En total ha disparado 66 proyectiles, todos de la marca Winchester y ha asesinado a 16 personas, pero de él apenas se sabe poco o nada a pesar de los numerosos perfiles psicológicos que han pretendido deducir su personalidad. La única certeza es que a pesar de los esfuerzos de la magistratura florentina, y tal vez a causa de varias pistas que durante varios años han sido ocultadas a la policía, el Monstruo de Florencia ha quedado impune.
La investigación duró ocho años, durante los cuales fueron interrogados más de 100,000 sospechosos, con la esperanza de que alguno de ellos fuese el asesino. Durante el año 1990, la atención se enfocó en un granjero de 68 años llamado Pietro Pacciani, conocido en la localidad de Mercatale por su afición a la caza y a disecar las piezas capturadas. Lo que provocó que se le considerase el principal sospechoso de los asesinatos.
Pacciani había sido detenido en el año 1951 por el asesinato de un vendedor ambulante al que había sorprendido durmiendo con su novia. Después de dispararle y apuñalarlo 19 veces, violó el cadáver de la víctima. Rápidamente fue sentenciado por el crimen y lo sancionaron a cumplir 13 años de condena firme. Tras salir de la cárcel se casó y trató de formar una familia, pero fue de nuevo detenido en el año 1987, y hasta 1991, por malos tratos físicos a su esposa y acoso sexual a sus dos hijas más jóvenes.
Desde el mismo día en que Pacciani fue detenido hasta las últimas entrevistas que le fueron realizadas antes de su muerte, siempre se proclamó "tan inocente como Cristo". Finalmente el fallo se emitió en su contra y le declararon culpable de seis de los ocho crímenes, a pesar de que no se tenía prueba alguna que demostrase su participación, tan sólo algunos cartuchos de calibre 22 que la policía halló en su domicilio (se ha barajado incluso la idea de que pudiesen haber sido colocados allí por la misma policía)
La conclusión del grupo fue: el asesino es un narcisista obsesivo con delirio de grandeza, que guarda dentro de sí un odio extremo hacia el amor físico, pero su locura es en cierto modo lúcida. Tiene una inteligencia extraordinaria, capaz de organizar y planear al detalle cada crimen, un conocimiento profundo de las zonas donde ataca y una mano precisa para llevar a cabo el delito sin vacilaciones. Cuando dispara siempre lo hace con un tiro certero a uno de los puntos vitales del cuerpo de la víctima, mostrando su destreza en el uso de las armas de fuego, y cuando mutila los órganos sexuales al cadáver lo hace con una precisión fuera de lo común.
Creen se trata de un varón de aproximadamente un metro ochenta, entre 35 y 40 años, con algún trastorno sexual, todos sus delitos tienen naturaleza sexual, como demuestra el aumento de componentes fetichistas y sádicos, lo que indica que tiene una sexualidad desarrollada sólo a nivel de la fantasía y que pudo haber llegado al crimen después de unas fases previas de vouyerismo y fetichismo. Por la precisión de los cortes, la amputación del pecho izquierdo de sus víctimas, su finalidad es de conservación; en ningún cadáver hay muestras de una sádica búsqueda de placer suplementaria obtenida por hacer sufrir a la víctima. Son incisiones muy estudiadas para no dañar la piel de los alrededores.
Nunca actuó en el mismo lugar y siempre utilizaba la misma arma, -una Beretta calibre 22, modelo Long Rifle-. En total ha disparado 66 proyectiles, todos de la marca Winchester y ha asesinado a 16 personas, pero de él apenas se sabe poco o nada a pesar de los numerosos perfiles psicológicos que han pretendido deducir su personalidad. La única certeza es que a pesar de los esfuerzos de la magistratura florentina, y tal vez a causa de varias pistas que durante varios años han sido ocultadas a la policía, el Monstruo de Florencia ha quedado impune.
La investigación duró ocho años, durante los cuales fueron interrogados más de 100,000 sospechosos, con la esperanza de que alguno de ellos fuese el asesino. Durante el año 1990, la atención se enfocó en un granjero de 68 años llamado Pietro Pacciani, conocido en la localidad de Mercatale por su afición a la caza y a disecar las piezas capturadas. Lo que provocó que se le considerase el principal sospechoso de los asesinatos.
Pacciani había sido detenido en el año 1951 por el asesinato de un vendedor ambulante al que había sorprendido durmiendo con su novia. Después de dispararle y apuñalarlo 19 veces, violó el cadáver de la víctima. Rápidamente fue sentenciado por el crimen y lo sancionaron a cumplir 13 años de condena firme. Tras salir de la cárcel se casó y trató de formar una familia, pero fue de nuevo detenido en el año 1987, y hasta 1991, por malos tratos físicos a su esposa y acoso sexual a sus dos hijas más jóvenes.
Desde el mismo día en que Pacciani fue detenido hasta las últimas entrevistas que le fueron realizadas antes de su muerte, siempre se proclamó "tan inocente como Cristo". Finalmente el fallo se emitió en su contra y le declararon culpable de seis de los ocho crímenes, a pesar de que no se tenía prueba alguna que demostrase su participación, tan sólo algunos cartuchos de calibre 22 que la policía halló en su domicilio (se ha barajado incluso la idea de que pudiesen haber sido colocados allí por la misma policía)
Pacciani estuvo cumpliendo condena hasta el 13 de febrero de 1996 en que fue absuelto por un tribunal de apelación cuando contaba con 71 años, después de que llegasen a la determinación que no había pruebas que le inculpasen directamente como autor de los terribles crímenes del Monstruo.
El mismo día que el Tribunal de Justicia de Florencia absuelve de cada acusación a Pacciani, son detenidos por la supuesta implicación en los crímenes dos personas: Mario Vanni y Giancarlo Lotti. Determinan que los crímenes han sido cosa de la estrecha colaboración de Pietro Pacciani, Mario Vanni, Giancarlo Lotti y Giovanni Faggi. Todo esto sucedió de una manera tan rápida e imprevista que muchos ciudadanos italianos creían firmemente que los investigadores sólo estaban echando culpas para ganar tiempo ante un caso que no eran capaces de resolver.
Para complicarlo todo todavía más, la Corte Suprema Italiana revocó la decisión de libertad de Pacciani el 12 de diciembre de 1996, después de que Lotti confesase que él junto con Pacciani cometieron los crímenes. El 21 de mayo de 1997, Mario Vanni y Giancarlo Lotti fueron enjuiciados por su implicación en cinco de los dobles crímenes. Los dos fueron sentenciados a 26 años de prisión.
Pacciani nunca cumpliría esta condena porque el 23 de febrero de 1998 le encontraron muerto en extrañas circunstancias en el suelo de su casa con los pantalones bajados y su camisa alrededor del cuello. Como su cara aparecía azulada y desfigurada, la opinión inicial de la policía es que había muerto de un paro cardiaco, pero tras unos exámenes post mortem, se determinó que se había suicidado ingiriendo una gran cantidad de medicamentos, aunque desde el primer momento la misma policía sospechó que lo habían asesinado lentamente suministrándole medicamentos erróneos para su diabetes y sus problemas cardiacos. Así, tras la muerte del principal sospechoso, los investigadores decidieron cerrar el caso del Monstruo de Florencia, no sin antes asegurarse que Vanni y Lotti estaban encerrados detrás de los barrotes de la prisión, a pesar de la gran cantidad de preguntas sin respuesta y de los puntos oscuros que rodean el caso.
En agosto de 2001 algunos investigadores retoman de nuevo el caso del Monstruo sin querer dar demasiadas explicaciones. Sólo dicen que tienen nuevas pistas que les conducen a pensar que el Monstruo de Florencia puede tratarse de un grupo de unas diez o doce personas adineradas, miembros de una secta religiosa, que ordenaban y pagaban los "trabajos" a los tres campesinos.
Entre las personas que presuntamente integrarían el grupo "satánico" se encontrarían un conocido médico italiano y un pintor suizo para quien habría trabajado Pacciani como jardinero y en cuya casa se hallaron algunos recortes de prensa del juicio y varios dibujos de mujeres mutiladas, que según los investigadores, representaban a las víctimas del Monstruo. Hasta que la investigación esté completa, los detectives se niegan a facilitar datos sobre el Monstruo de Florencia. Dicen haber descubierto también algo muy significativo, y es que una persona habría estado pagando a Pacciani un total de 33,000 libras depositadas en varios plazos a lo largo de los años en los que fueron cometidos los crímenes, y que posteriormente le recetó unos medicamentos que en vez de curarle, le llevaron a la tumba porque sabía demasiado.
Un mes más tarde, en septiembre de 2001, varios investigadores invadían con una orden judicial las casas y oficinas de Aurelio Mattei, un psicólogo del Servicio Secreto Civil italiano (SISDE), y Francesco Bruno, un conocido criminólogo experto en psicopatología criminal de la Universidad de Roma, quien en 1985 realizó un perfil del asesino analizando su pulsión fetichista y religiosa, que nunca llegó a manos de la policía. Durante el registro les fueron confiscados varios disquetes, cuadernos y notas sobre los crimenes, fueron llevados a la comisaría para ser interrogados durante nueve horas seguidas sobre los homicidios, y luego puestos en libertad. Desde entonces no han sido detenidos formalmente, pero la policía ha dicho que estas dos personas podían haber ocultado y destruido pruebas, retrasando seriamente la investigación oficial. Indiferentemente a estos hechos, Vanni y Lotti permanecían encarcelados.
Desde estas últimas actuaciones policiales realizadas durante 2001 no se había vuelto a hablar del caso, hasta que el día 6 de julio de 2002 varios diarios italianos mencionaban unas mutilaciones sospechosas en unos tanatorios de Florencia. Al parecer, los empleados del complejo funerario Cappelle del Commiato se encontraron con que cinco de los cadáveres que estaban siendo velados mostraban unas extrañas incisiones en la cara.
Cuando sucedió el primer caso de mutilación en el cadáver de una anciana, creyeron que había sido desfigurada por algún animal, un perro tal vez, que habría entrado en el recinto, pero pronto desestimaron esa hipótesis por el tipo de cortes demasiado precisos. Un día después se percataron de que los cuerpos de otros dos cadáveres aparecían en un estado similar, y una inspección más detallada reveló que las mutilaciones habían implicado el retiro cuidadoso de algunos trozos de piel. Esto hizo que el Monstruo de Florencia volviera a ponerse en boca de todo el mundo y en el tanatorio se incrementaron las medidas de seguridad con más vigilancia nocturna dentro y fuera del edificio, pero la persona que realizó las curiosas incisiones parecía conocer perfectamente el recinto y burló todos los dispositivos, no dejándose capturar ni por las cámaras recién instaladas.
Estas fueron sus víctimas:
Pasquale Gentilcore y Stefania Pettini, 14 de septiembre de 1974.
Giovanni Foggi y Carmela Di Nuccio, 6 de junio de 1981.
Stefano Baldi y Susanna Cambi, 22 de noviembre de 1981.
Paolo Mainardi y Antonella Migliorini, 19 de junio de 1982.
Horst Meyer y Uwe Rush, 9 de septiembre de 1983.
Claudio Stefanacci y Pia Rontini, 29 de julio de 1984.
Nadine Mauriot y Jean Michel Kravechvilj, 8 de septiembre de 1985
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