domingo, 7 de agosto de 2011
Llamada también la enfermera de la muerte Genene Jones es el típico caso de un personaje que jugó a ser Dios.
Era una típica tejana que en un tiempo intentó dedicarse a la peluquería para ganarse la vida. Pero eso era cosa del pasado. En junio de 1976, Genene tomó un curso de un año y se convirtió en enfermera asistente.
Después de un matrimonio fracasado, varios novios y dos niños que dejó al cuidado de su madre, Genene consiguió empleo en el Methodist Hospital de San Antonio. Cinco meses después la despidieron. Sin dejarse desanimar, la chica, de 28 años, consiguió trabajo en el Community Hospital, donde fue obligada a renunciar. En su tercer hospital, el Bexar County Hospital, fue asignada a la unidad pediátrica de cuidados intensivos. Pronto adquirió reputación de ser una enfermera dedicada e inteligente, aunque quizás ligeramente demasiado entusiasta.
Pese a sus admirables hábitos laborales, había ciertas fallas en el comportamiento de Genene. De hecho, había ocho quejas registradas en su contra, las cuales iban desde estar embriagada durante el servicio hasta administrar una solución por vía intravenosa a un ritmo inadecuadamente alto. Debido a estas indiscreciones, Genene sólo recibió suaves reprimendas.
La ola de muertes comenzó en mayo de 1981. Todos los bebés eran...
pacientes cardíacos gravemente enfermos. Chris Hogeda era uno de sus favoritos. Muchas mañanas ella se quedaba más allá de su turno para cuidar del pequeño, que estaba conectado a tubos y tiras que sujetaban sus brazos. Genene lloró desconsoladamente en el funeral de Chris.
Durante los siguientes 120 días continuó la serie de muertes inexplicables. Terry Lynn García tenía sólo tres semanas de nacida cuando ingresó al hospital por vómitos y diarrea. Un mes más tarde fue transferida a la unidad de cuidados intensivos y puesta al cuidado de Genene. Dos días después murió.
Patricia Sambrano, una bebé de tres meses, fue llevada de emergencia al hospital luego de un ataque. Patricia, quien fue conectada a un respirador bajo el cuidado de Genene, sufrió un paro cardíaco. Los médicos revivieron a la niña y, durante los dos siguientes turnos de enfermeras, se mantuvo estable. Genene regresó al servicio; Patricia murió pocas horas después.
Y así sucesivamente. Paul Villarreal, de cuatro meses; Rosemary Vega, de dos años de edad; Plácida Ybarra, de cuatro meses... La serie de muertes y circunstancias inusuales no pasó desapercibida. La tasa promedio de resucitaciones era de tres o cuatro por mes. En esos pocos meses de 1981, las estadísticas se dispararon. Hubo nueve resucitaciones cardiopulmonares en agosto y 13 en septiembre. Algo andaba muy mal. Lo más raro de todo era que las muertes habían ocurrido en el turno de 3 a 11, cuando los niños estaban bajo el cuidado de Genene Jones. Sus compañeras de trabajo la llamaban "la enfermera de la muerte".
Los rumores relativos a la serie de muertes ascendieron hasta la gerencia del hospital. Algunos médicos pensaron que la compañía farmacéutica había cometido un error de manufactura en la concentración de la droga anticoagulante Heparin. Otros creían que los digitálicos, que pueden provocar un cambio en el ritmo cardíaco, pudieron haber causado las muertes. Sin embargo, otros consideraban que no había que ir más allá de Genene Jones. No se había hecho nada respecto del problema en el otoño y el invierno. El gran número de resucitaciones y muertes continuó.
El Bexar County Hospital, que acababa de cambiar su nombre a Medical Centre Hospital, admitió a Rolando Santos, de un mes de edad. Rolando tenía neumonía y fue conectado a un respirador. El bebé mejoró en los dos siguientes días, pero, durante el turno de 3 a 11, sufrió un ataque y su corazón se detuvo. Los médicos lograron revivirlo y sometieron su corazón y cerebro a varias pruebas. Los resultados fueron normales.
Dos días después, Rolando estaba en tan buenas condiciones que los médicos pensaron en sacarlo del respirador. Abruptamente, el bebé eliminó una cantidad inusual de orina, por lo que se deshidrató y perdió fuerzas. De inmediato le administraron líquido, pero los médicos no podían dejar de preguntarse si alguien le estaba administrando drogas no autorizadas.
Genene se tomó tres días libres. Rolando mejoró notablemente. A su regreso, el bebé comenzó a sangrar y sufrió un paro cardíaco. Gracias al tratamiento de electroshock, su corazón latió de nuevo.
Se analizaron muestras de sangre y se determinó que había cantidades excesivas de Heparin. Le quitaron la vía intravenosa, a fin de eliminar la posibilidad de sobredosis de cualquier droga por error. El niño fue retirado del cuidado de Genene. Menos de una semana después, Rolando fue dado de alta del hospital.
En marzo, Genene Jones renunció. El hospital le dio una excelente recomendación. Consiguió empleo en una clínica pediátrica que contaba con sólo un médico en la ciudad de Kerrville, Texas. La doctora Kathy Holland acababa de abrir la clínica y se sintió afortunada por conseguir a alguien con las calificaciones de Genene. Casi de inmediato, las crisis pasaron a ser la orden del día. Los niños sufrían ataques repentinos. Brandy Lee Benítez, de un mes de edad, fue llevada a la clínica de Holland con desórdenes intestinales. La doctora dejó a la bebé con Genene. Pocos momentos después, la pequeña dejó de respirar. Holland reanimó a la infanta y la llevó de emergencia a un hospital local. Más tarde, mientras era transferida a un hospital en San Antonio, la niña nuevamente estuvo al borde de la muerte. La acompañaba la enfermera Jones.
Seis días después, completamente recuperada, Brandy Lee fue dada de alta. Los misteriosos ataques no fueron diagnosticados.
El 17 de septiembre, Chelsea McLellan, de 15 meses, llegó al consultorio de Holland para un examen y algunas vacunas. Genene sentó a la niña en las rodillas de su madre e inyectó a la pequeña en un brazo. Chelsea tuvo convulsiones y se puso azul. La llevaron corriendo al hospital; Chelsea se recuperó un poco. Holland consideró que debía ser transferida a un centro con mejores equipos.
Genene estaba en la ambulancia, mientras que la doctora los seguía en su auto. El corazón de la pequeña Chelsea dejó de latir. La ambulancia se detuvo. Holland comenzó a masajearle el corazón. Cuando llegaron al hospital, la bebé había fallecido.
La serie de emergencias y muertes continuaron. Probablemente fue el doctor Duan Packard, jefe del personal médico del Sid Peterson Hospital, donde terminaban muchas de las emergencias de Holland, quien primero tomó medidas para descubrir el motivo de por qué tantos niños estaban sufriendo infartos en la clínica. Hizo que otro médico revisara el caso. Por primera vez, la comunidad de Kerrville se enteró del problema de Genene en el Medical Centre Hospital.
La doctora Holland fue interrogada. Dio respuestas categóricas, pero, pese a sus respuestas profesionales y lógicas, su privilegio de trabajar en el Sid Peterson Hospital fue suspendido. La investigación se concentró en Genene Jones. Holland también comenzó a sospechar de su enfermera. Cuando revisó los registros de la clínica y encontró que Genene había pedido más succinilcolina de lo que ella había usado, supo que sus peores sospechas estaban bien fundadas.
Enfrentada a acusaciones de que era una asesina de bebés, Genene tomó una sobredosis de pastillas en un intento de suicidarse. No tuvo éxito. Al recuperarse, se sometió a la prueba del polígrafo, el cual indicó que tenía conocimiento doloso de la muerte de los bebés. Fue despedida.
El 12 de octubre de 1982, se convocó un jurado de acusación para que investigara la muerte de Chelsea McLellan. Se demostró que se le había administrado succinilcolina, lo cual le había causado la muerte. Genene también fue acusada de perjudicar a otros siete niños que sobrevivieron. En su juicio, se demostró que ella había comprado la succinilcolina y la había administrado sin permiso. El jurado encontró a Genene culpable de asesinato.
En San Antonio, las autoridades podían escoger el caso para enjuiciarla. Optaron
por el de Rolando Santos, a quien le había inyectado Heparin y había sobrevivido después de que fue retirado del cuidado de Genene.
La encontraron culpable y la sentenciaron a 60 años de cárcel. Se calculó que Genene Jones asesinó a 16 niños. La encarcelaron en la Unidad para Mujeres Mountain View, en Gatesville, Texas. Las sentencias acumuladas sumaron 159 años.
Fuente: El Universal
Era una típica tejana que en un tiempo intentó dedicarse a la peluquería para ganarse la vida. Pero eso era cosa del pasado. En junio de 1976, Genene tomó un curso de un año y se convirtió en enfermera asistente.
Después de un matrimonio fracasado, varios novios y dos niños que dejó al cuidado de su madre, Genene consiguió empleo en el Methodist Hospital de San Antonio. Cinco meses después la despidieron. Sin dejarse desanimar, la chica, de 28 años, consiguió trabajo en el Community Hospital, donde fue obligada a renunciar. En su tercer hospital, el Bexar County Hospital, fue asignada a la unidad pediátrica de cuidados intensivos. Pronto adquirió reputación de ser una enfermera dedicada e inteligente, aunque quizás ligeramente demasiado entusiasta.
Pese a sus admirables hábitos laborales, había ciertas fallas en el comportamiento de Genene. De hecho, había ocho quejas registradas en su contra, las cuales iban desde estar embriagada durante el servicio hasta administrar una solución por vía intravenosa a un ritmo inadecuadamente alto. Debido a estas indiscreciones, Genene sólo recibió suaves reprimendas.
La ola de muertes comenzó en mayo de 1981. Todos los bebés eran...
pacientes cardíacos gravemente enfermos. Chris Hogeda era uno de sus favoritos. Muchas mañanas ella se quedaba más allá de su turno para cuidar del pequeño, que estaba conectado a tubos y tiras que sujetaban sus brazos. Genene lloró desconsoladamente en el funeral de Chris.
Durante los siguientes 120 días continuó la serie de muertes inexplicables. Terry Lynn García tenía sólo tres semanas de nacida cuando ingresó al hospital por vómitos y diarrea. Un mes más tarde fue transferida a la unidad de cuidados intensivos y puesta al cuidado de Genene. Dos días después murió.
Patricia Sambrano, una bebé de tres meses, fue llevada de emergencia al hospital luego de un ataque. Patricia, quien fue conectada a un respirador bajo el cuidado de Genene, sufrió un paro cardíaco. Los médicos revivieron a la niña y, durante los dos siguientes turnos de enfermeras, se mantuvo estable. Genene regresó al servicio; Patricia murió pocas horas después.
Y así sucesivamente. Paul Villarreal, de cuatro meses; Rosemary Vega, de dos años de edad; Plácida Ybarra, de cuatro meses... La serie de muertes y circunstancias inusuales no pasó desapercibida. La tasa promedio de resucitaciones era de tres o cuatro por mes. En esos pocos meses de 1981, las estadísticas se dispararon. Hubo nueve resucitaciones cardiopulmonares en agosto y 13 en septiembre. Algo andaba muy mal. Lo más raro de todo era que las muertes habían ocurrido en el turno de 3 a 11, cuando los niños estaban bajo el cuidado de Genene Jones. Sus compañeras de trabajo la llamaban "la enfermera de la muerte".
Los rumores relativos a la serie de muertes ascendieron hasta la gerencia del hospital. Algunos médicos pensaron que la compañía farmacéutica había cometido un error de manufactura en la concentración de la droga anticoagulante Heparin. Otros creían que los digitálicos, que pueden provocar un cambio en el ritmo cardíaco, pudieron haber causado las muertes. Sin embargo, otros consideraban que no había que ir más allá de Genene Jones. No se había hecho nada respecto del problema en el otoño y el invierno. El gran número de resucitaciones y muertes continuó.
El Bexar County Hospital, que acababa de cambiar su nombre a Medical Centre Hospital, admitió a Rolando Santos, de un mes de edad. Rolando tenía neumonía y fue conectado a un respirador. El bebé mejoró en los dos siguientes días, pero, durante el turno de 3 a 11, sufrió un ataque y su corazón se detuvo. Los médicos lograron revivirlo y sometieron su corazón y cerebro a varias pruebas. Los resultados fueron normales.
Dos días después, Rolando estaba en tan buenas condiciones que los médicos pensaron en sacarlo del respirador. Abruptamente, el bebé eliminó una cantidad inusual de orina, por lo que se deshidrató y perdió fuerzas. De inmediato le administraron líquido, pero los médicos no podían dejar de preguntarse si alguien le estaba administrando drogas no autorizadas.
Genene se tomó tres días libres. Rolando mejoró notablemente. A su regreso, el bebé comenzó a sangrar y sufrió un paro cardíaco. Gracias al tratamiento de electroshock, su corazón latió de nuevo.
Se analizaron muestras de sangre y se determinó que había cantidades excesivas de Heparin. Le quitaron la vía intravenosa, a fin de eliminar la posibilidad de sobredosis de cualquier droga por error. El niño fue retirado del cuidado de Genene. Menos de una semana después, Rolando fue dado de alta del hospital.
En marzo, Genene Jones renunció. El hospital le dio una excelente recomendación. Consiguió empleo en una clínica pediátrica que contaba con sólo un médico en la ciudad de Kerrville, Texas. La doctora Kathy Holland acababa de abrir la clínica y se sintió afortunada por conseguir a alguien con las calificaciones de Genene. Casi de inmediato, las crisis pasaron a ser la orden del día. Los niños sufrían ataques repentinos. Brandy Lee Benítez, de un mes de edad, fue llevada a la clínica de Holland con desórdenes intestinales. La doctora dejó a la bebé con Genene. Pocos momentos después, la pequeña dejó de respirar. Holland reanimó a la infanta y la llevó de emergencia a un hospital local. Más tarde, mientras era transferida a un hospital en San Antonio, la niña nuevamente estuvo al borde de la muerte. La acompañaba la enfermera Jones.
Seis días después, completamente recuperada, Brandy Lee fue dada de alta. Los misteriosos ataques no fueron diagnosticados.
El 17 de septiembre, Chelsea McLellan, de 15 meses, llegó al consultorio de Holland para un examen y algunas vacunas. Genene sentó a la niña en las rodillas de su madre e inyectó a la pequeña en un brazo. Chelsea tuvo convulsiones y se puso azul. La llevaron corriendo al hospital; Chelsea se recuperó un poco. Holland consideró que debía ser transferida a un centro con mejores equipos.
Genene estaba en la ambulancia, mientras que la doctora los seguía en su auto. El corazón de la pequeña Chelsea dejó de latir. La ambulancia se detuvo. Holland comenzó a masajearle el corazón. Cuando llegaron al hospital, la bebé había fallecido.
La serie de emergencias y muertes continuaron. Probablemente fue el doctor Duan Packard, jefe del personal médico del Sid Peterson Hospital, donde terminaban muchas de las emergencias de Holland, quien primero tomó medidas para descubrir el motivo de por qué tantos niños estaban sufriendo infartos en la clínica. Hizo que otro médico revisara el caso. Por primera vez, la comunidad de Kerrville se enteró del problema de Genene en el Medical Centre Hospital.
La doctora Holland fue interrogada. Dio respuestas categóricas, pero, pese a sus respuestas profesionales y lógicas, su privilegio de trabajar en el Sid Peterson Hospital fue suspendido. La investigación se concentró en Genene Jones. Holland también comenzó a sospechar de su enfermera. Cuando revisó los registros de la clínica y encontró que Genene había pedido más succinilcolina de lo que ella había usado, supo que sus peores sospechas estaban bien fundadas.
Enfrentada a acusaciones de que era una asesina de bebés, Genene tomó una sobredosis de pastillas en un intento de suicidarse. No tuvo éxito. Al recuperarse, se sometió a la prueba del polígrafo, el cual indicó que tenía conocimiento doloso de la muerte de los bebés. Fue despedida.
El 12 de octubre de 1982, se convocó un jurado de acusación para que investigara la muerte de Chelsea McLellan. Se demostró que se le había administrado succinilcolina, lo cual le había causado la muerte. Genene también fue acusada de perjudicar a otros siete niños que sobrevivieron. En su juicio, se demostró que ella había comprado la succinilcolina y la había administrado sin permiso. El jurado encontró a Genene culpable de asesinato.
En San Antonio, las autoridades podían escoger el caso para enjuiciarla. Optaron
por el de Rolando Santos, a quien le había inyectado Heparin y había sobrevivido después de que fue retirado del cuidado de Genene.
La encontraron culpable y la sentenciaron a 60 años de cárcel. Se calculó que Genene Jones asesinó a 16 niños. La encarcelaron en la Unidad para Mujeres Mountain View, en Gatesville, Texas. Las sentencias acumuladas sumaron 159 años.
Fuente: El Universal
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3 comentarios:
Menudo espécimen...
Si señor, menuda era la "sanitaria".
Gracias por tu comentario
maldita perra
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