sábado, 21 de enero de 2012
Desde que tengo capacidad para entender alguna cosilla, he oído ciento de veces hablar del Fin del Mundo.
Así, por ejemplo, me pasé el día 31 de Diciembre del año 1999 esperando que mi ordenador petara por algún lado, o que la fecha del mismo cambiase y que realmente llegara el día del fin o que fuese él el que intentara resetearme a mi.
Nada de esto pasó, y paso a dejarles unos cuantos "fines del mundo" desde que el hombre es hombre, el mundo el mundo y la superstición es un buen alimento para algunos.
Según algunos apócrifos de la Biblia, el mundo terminaría en el año 999, un poco por ser una cifra redonda, y otro poco por asustar. El Juicio Final tendría lugar cerca de Jerusalén (aunque no se decía dónde). Así que la gente que pudo vendió sus cosas y se fue para allá a ver si insistiendo, les salvaban del fuego eterno.
Los que no pudieron se agolparon en las iglesias en Nochevieja esperando las trompetas y toda la fanfarria que suele acompañar al fin del mundo. El Papa Silvestre II celebró una misa masiva por si era verdad lo de la segunda venida de Cristo. En general, todo el mundo en Europa se volvió loco. Los que no perecieron por el hambre y el frío tuvieron que volver cabizbajos, con el mundo intacto, por supuesto.
1524. En las grandes ciudades (que tampoco eran tan grandes) de la época proliferaban los adivinos, y varios e ellos empezaron a decir que el mundo se acabaría por una inundación old skool en Febrero. Hubo quien se fugó, y hubo quien se construyó un fuerte para evitar que les pillara. No hubo tal inundación y los adivinos dijeron que se habían equivocado, que era al año siguiente. No les hicieron demasiado caso.
En los tres siglos siguientes, no pocos profetas y chalados vaticinaron cataclismos, pero casi siempre a nivel local. En 1842 cientos de personas creían que el mundo acabaría el día de San Patricio, tal y como se revelaba en unos versos de John Dee que finalmente resultaron no existir…
Y ya en nuestra edad contemporánea, y aunque las consecuencias fueron trágicas, la idea de Charlie Manson de que el mundo acabaría en 1969 era un poco cómica. Sobre todo porque la revelación venía oculta en la canción de los Beatles “Helter Skelter”.
Pero en el siglo veinte es, quizás, cuando más avisos del fin del mundo ha habido. Algunas de ellos terminaron con suicidios colectivos como el de Jonestown en 1978, o el de Waco en el 93.
Sin embargo, por motivos evidentes, preferimos las que terminan sin incidentes mayores. Por ejemplo, todas las personas que durante los noventa aseguraban que el mundo se iba a terminar porque lo decía alguna profecía de Nostradamus.
Así en 1998, algunas personas hicieron la suma y resultó que Cristo había vivido 1998 semanas de vida, por lo que el mundo, como es lógico y normal, tenía que acabar en ese año.
En 1999 también se habló del fin del mundo, y esta vez por varios motivos. Uno era el manido paso de un milenio a otro, que ya sabemos que siempre es motivo de alarma y desesperación. Otro fue lo de los ordenadores, que se creía que por culpa del Efecto 2000 iban a volverse locos y a esclavizarnos como en “Futurama”.
Otro motivo, más lúdico, fue la insistencia de Paco Rabanne, quien reiteraba en la caída de un satélite en el centro de París. Puede que Paco se inspirase en Nostradamus, quien también hablaba de 1999. Al principio se hablaba de febrero, luego de septiembre, y al final de diciembre. Algunos dijeron que había sido un error de cálculo, y que dejaban el mundo para el 2001, pero aquí seguimos.
Desde este año nos hemos centrado en el 2012, con oportunas apariciones sorpresa de profetas, científicos sin título, y lumbreras varios. El planeta Hercólubus, sin ir más lejos, lleva más de diez años esperando a darse un porrazo contra la tierra.
Los que no pudieron se agolparon en las iglesias en Nochevieja esperando las trompetas y toda la fanfarria que suele acompañar al fin del mundo. El Papa Silvestre II celebró una misa masiva por si era verdad lo de la segunda venida de Cristo. En general, todo el mundo en Europa se volvió loco. Los que no perecieron por el hambre y el frío tuvieron que volver cabizbajos, con el mundo intacto, por supuesto.
1524. En las grandes ciudades (que tampoco eran tan grandes) de la época proliferaban los adivinos, y varios e ellos empezaron a decir que el mundo se acabaría por una inundación old skool en Febrero. Hubo quien se fugó, y hubo quien se construyó un fuerte para evitar que les pillara. No hubo tal inundación y los adivinos dijeron que se habían equivocado, que era al año siguiente. No les hicieron demasiado caso.
En los tres siglos siguientes, no pocos profetas y chalados vaticinaron cataclismos, pero casi siempre a nivel local. En 1842 cientos de personas creían que el mundo acabaría el día de San Patricio, tal y como se revelaba en unos versos de John Dee que finalmente resultaron no existir…
Y ya en nuestra edad contemporánea, y aunque las consecuencias fueron trágicas, la idea de Charlie Manson de que el mundo acabaría en 1969 era un poco cómica. Sobre todo porque la revelación venía oculta en la canción de los Beatles “Helter Skelter”.
Pero en el siglo veinte es, quizás, cuando más avisos del fin del mundo ha habido. Algunas de ellos terminaron con suicidios colectivos como el de Jonestown en 1978, o el de Waco en el 93.
Sin embargo, por motivos evidentes, preferimos las que terminan sin incidentes mayores. Por ejemplo, todas las personas que durante los noventa aseguraban que el mundo se iba a terminar porque lo decía alguna profecía de Nostradamus.
Así en 1998, algunas personas hicieron la suma y resultó que Cristo había vivido 1998 semanas de vida, por lo que el mundo, como es lógico y normal, tenía que acabar en ese año.
En 1999 también se habló del fin del mundo, y esta vez por varios motivos. Uno era el manido paso de un milenio a otro, que ya sabemos que siempre es motivo de alarma y desesperación. Otro fue lo de los ordenadores, que se creía que por culpa del Efecto 2000 iban a volverse locos y a esclavizarnos como en “Futurama”.
Otro motivo, más lúdico, fue la insistencia de Paco Rabanne, quien reiteraba en la caída de un satélite en el centro de París. Puede que Paco se inspirase en Nostradamus, quien también hablaba de 1999. Al principio se hablaba de febrero, luego de septiembre, y al final de diciembre. Algunos dijeron que había sido un error de cálculo, y que dejaban el mundo para el 2001, pero aquí seguimos.
Desde este año nos hemos centrado en el 2012, con oportunas apariciones sorpresa de profetas, científicos sin título, y lumbreras varios. El planeta Hercólubus, sin ir más lejos, lleva más de diez años esperando a darse un porrazo contra la tierra.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario