jueves, 13 de agosto de 2009

Un sabio llamado Sócrates.

Sócrates desde muy joven llamó la atención de los que lo rodeaban por la agudeza de sus razonamientos y su facilidad de palabra, además de la fina ironía con la que salpicaba sus tertulias con los ciudadanos jóvenes aristocráticos de Atenas, a quienes les preguntaba sobre su confianza en opiniones populares, aunque muy a menudo él no les ofrecía ninguna enseñanza. Sócrates, maestro de Platón, era famoso por su paciencia, su modestia y su resistencia. Llevaba siempre el mismo vestido, hiciera frio o calor. En el curso de una campaña militar, fue capaz de pasar todo un dia y una noche concentrado en la solución de un problema sin prestar atención a los combates que se disputaban a su alrededor. Cuando alguien se burlaba de él, Sócrates contestaba, "Sólo sé que no sé nada". La frase, que parecía sencilla, dejaba sin respuesta al presuntuoso. Un admirador de Sócrates acudió al santuario de Delfos para preguntarle al oráculo quién era el hombre más sabio del mundo. El oráculo respondió que no había hombre más sabio que Sócrates. Un rico comerciante le pidió que se encargara de la educación de su hijo. Cuando el filósofo le dijo el importe de sus honorarios, el comerciante los encontró excesivo y exclamó: "Tened en cuenta que con esta cantidad puedo comprar un buen burro". A lo que Sócrates contestó: "Hacedlo, y tendreís dos asnos en casa". Uno de sus discípulos le pregunto que era mejor para el hombre, si casarse o quedarse soltero. Sócrates les respodió: "Da igual, porque se arrepentirá, haga lo que haga".

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