miércoles, 9 de septiembre de 2009

Amenofis IV; veneno para el faraón hereje.

Fue su propio médico de cabecera y hombre de confianza quien administró al faraón Amenofis IV la copa con el veneno que le habían proporcionado los sacerdotes de Amón. En la cámara real del palacio reinaba el silencio, pero las calles se estremecían con un clamor de incendios, persecuciones y tumultos: el caos se había adueñado de Egipto. Aquel desorden era consecuencia de dieciséis años de reinado en los que el faraón había pretendido modificar por decreto todas las tradiciones religiosas y sociales del imperio. La suya fue una revolución "desde arriba" que removió los cimientos de la civilación egipcia, provocó una guerra civil y acabó precipitando su propia muerte. Coronado hacía 1352 a.C., se casó muy joven con la hija del rey de Mitani, una hermosa adolescente a la que puso el nombre de Nefertiti, es decir, la Bella que Llega. Estaba enfermo de tuberculosis y epilepsia desde su infancia, y durante los largos períodos de postración a que le sometían estas dolencias había soñado con un mundo superior creado por un único dios, Atón, el disco solar que acaricia con sus rayos todo lo existente. Así en el sexto año de su reinado abolió el politeísmo, estableció el culto a Atón y se hizo llamar Akenatón en honor a su dios. Tanto Horemheb, su jefe militar, como Ay, administrador del tesoro, apoyaron la reforma, lo mismo que su esposa Nefertiti. Abandono de Tebas Con este monoteismo pretendía combatir la idolatría y la superstición popular, pero sobre todo acabar con la hegemonía de los sacerdotes tebanos, que adoraban a Amón como divinidad principal y constituían una poderosa casta. El faraón declaró solemnemente que las doctrinas de los sacerdotes eran erróneas, cerró todos sus templos y se incautó de sus propiedades. Además abandonó Tebas y trasladó la corte a una capital de nueva creación a la que llamó Akhetatón (El Horizonte de Atón), que es la actual Tell el-Amarna. La crisis cultural Aparte de rechazar toda colaboración con la nobleza, Akenatón fomentó la igualdad por medio de na batería de leyes insólitas que configuran una especie de comunismo sui géneris. Para empezar, las tierras arrebatadas al clero fueron entregadas a los labradores, para quienes construyó viviendas provistas de cocina y retrete. En su propósito de "convertir a los humildes en príncipes", tal como reza en una tumba de Tell el-Amarna, dictó leyes sanitarias prohibiendo convivir bajo el mismo techo a hombres y animales, al tiempo que establecía el matrimonio monógamo y aconsejaba a las mujeres tener únicamente dos hijos. Akenatón fue un precursor en otros muchos aspectos. Por ejemplo, abolió la esclavitud, que era uno de los fundamentos de la economía antigua, pero también es considerado el primer ecologísta en la historia, pues se erigió en protector de los animales e impidió su caza masiva. No es de extrañar que tantas novedades causaran una profunda crisis en una cultura tan inmovilista y apegada a sus tradiciones como la egipcia. El partido de Amón chocó con el de Atón. El primero estaba formado por sacerdotes, terratenientes y cortesanos; el segundo por plebeyos, esclavos y campesinos. La lucha de clases estalló en las calles y las tiñó de sangre, y como el faraón había disuelto el ejército, los enfrentamientos no pudieron evitarse. Los sacerdotes encontraron en el veneno el medio para deshacerse de aquel rey herético. Tras su muerte intentaron colocar en el trono a uno de los suyos e iniciar una nueva dinastía, pero Nefertiti, Horemheb y Ay consiguieron que fuese designado Tutankhatón, que más tarde, una vez reconciliado con el clero de Amón, cmbió su nombre por el de Tutankhamón. Fuente: Historia y Vida Malos tiempos para un hombre que intentó que la concepción del Dios fuese totalmente modificada: frente a una omnipotencia un tanto terrorífica, se afirmaron la alegría de la vida y la generosidad divinas; Atón siempre bondadoso y lleno de piedad; la divinidad representada como un bien y no tanto como la sanción del mal. Se sabe, por los grabados de jeroglificos, que era un marido fiel y enamorado de su esposa, que jugaba son sus niñas en palacio y que permitía que éstas entraran en el templo, asistían a la distribución de las recompensas, le ayudaban a recibir las delegaciones extranjeras, le prepararan bebidas y golosina. Por supuesto un peligro para los sacerdotes.

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