martes, 8 de septiembre de 2009

Jean-Paul Marat, la cólera del pueblo

Desde las páginas del Ami du Peuple, feroz panfleto aparecido en el año 1793, Jean-Paul Marat se dedicaba día tras día a denunciar a los enemigos de la revolución. El periódico tiraba 2 mil ejemplares y era uno de los portavoces de los sans-coulottes, las masas populares que habían asaltado la Bastilla cuatro años antes. Los aliados de Marat eran Danton y Robespierre, a quienes se había unido en el club de los jacobinos. El exaltado trío, cuya influencia iba en aumento, exigía la ejecución del rey y clamaba por la implantación de una dictadura revolucionaria. Así, a pesar del dominio girondino, en abril de 1793 la Convención votó a favor de la muerte del monarca y de la creación del Comité de Salvación Pública. Se intentó procesar a Marat llevándolo ante el tribunal revolucionario, pero fue absuelto y la multitud le aclamó como a un héroe. En mayo los jacobinos promovieron un golpe de estado, tomaron el poder y levantaron la veda contra sus enemigos, detestables lobos reaccionarios disfrazados de conciliadores corderos. El Terror había comenzado. Decenas de girondinos fueron detenidos y guillotinados. Algunos lograron huir y se refugiaron en Caen, dispuestos a provocar una insurrección contra la tiranía de Marat. Entre los habitantes de la ciudad que aplaudían con fervor las vibrantes arengas de los perseguidos se encontraba una joven de veinticinco años, Charlotte Corday, hija de una familia de la pequeña nobleza provinciana. Los girondinos eran para ella los verdaderon artífices de la revolución, amenazada por el extremismo de los jacobinos. Al oír a los diputados que huían de París se convenció de que el Terror sólo acabaría con la muerte de Marat. El 11 de julio, Charlotte llegó a París y se alojó en un pequeño hotel de la calle Vieux-Augustina. Llevaba consigo varias cartas confiadas por los girondinos que debía entregar discretamente, pero esta gestión no era su principal propóposito. Un cuchillo en la bañera Dos días después, tras comprar un cuchillo de cocina que escondió bajo la ropa, se dirigió al domicilio del ciudadano Marat y solicitó insistentemente ser recibida para hacerle importantes revelaciones sobre el complot que los girondinos tramaban en Caen, lo que debía permitir al gran hombre "hacer un inestimable servicio a Francia". Por la tarde fue recibida por el "amigo del pueblo", que se encontraba en el baño. Marat sufría una enfermedad de la piel que sólo aliviaba permaneciendo durante horas metido en una tina llena de agua, y en esta posición escribía sus artículos. Bastó una breve charla para ganarse su confianza antes de que hablase el cuchillo, que penetró cerca del cuello. Así quedará inmortalizado en el cuadro Marat asesinado, de Jacques-Louis David.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

yo vi ese cuadro hace un año en el museo real de bellas artes de bruselas, es impresionnte. saludos!

Natacha Díaz dijo...

Debe serlo, yo sólo he podido verlo en reproducciones. Hay una pag. que reproduce las obras de Jacques Louis David, por si te interesa, es la siguiente:
http://hoocher.com/Jacques_Louis_David/Jacques_Louis_David.htm
Saludos

Anónimo dijo...

Muchas gracias por la recomendacion, esta muy bien la pagina.
si te gusta el arte te recomiendo: artcyclopedia.com
un saludo y hasta la proxima visita!

Publicar un comentario