martes, 15 de septiembre de 2009
Antes de ser nombrado jefe de gobierno en el año 1903, José Canalejas ya había desempeñado un buen número de carteras ministeriales en sucesivos gabinetes liberales; Fomento, Gracia y Justicia, Hacienda, Agricultura, Obras Públicas...; puede decirse que ninguna actividad quedaba fuera de sus intereses y sus conocimientos.
Los conservadores, encabezados por Antonio Maura, temían su furibundo anticlericalismo, las izquierdas, con Pablo Iglesias al frente, desconfiaban de sus posiciones monárquicas. Y en medio de tanta animadversión el gobernante que había suprimido de hecho la pena capital y pretencía borrarla del Código Penal, murió asesinado a manos de un libertario.
El 12 de octubre de 1912, sobre las once y media de la mañana, Canalejas paseaba por la Puerta del Sol después de haber despachado con el rey Alfonso XIII. Tenia convocado un Consejo de Ministros y se dirigía a pie hacía la calle Carretas.
Hombre docto, amigo de los libros, se detuvo ante el escaparate de la librería San Martín.
En ese momento, un joven de mediana estatura, ataviado con un abrigo gris y un sombrero flexible, se le acercó por la espalda, exibió una pistola Browning de gran calibre e hizo sobre su víctima tres disparos mortales de necesidad.
Inmediatamente trató de huir, pero los agentes Eduardo Borrego, José Martínez y Demetrio Benavides, que seguían a Canalejas a unos cinco pasos de distancia, se abalanzaron sobre él auxiliados por algunos transeúntes valerosos. Borrego le propinó un bastonazo en la cabeza, a lo que el criminal respondió con otro tiro que no dió en el blanco. Al verse acorralado y el peligro de linchamiento, dirigió el arma contra sí mismo e hizo dos nuevos disparos que le dejaron moribundo.
Una batalla para el rey
Los doctores que atendieron a Canalejas en el cercano Ministerio de la Gobernación comprobaron que una bala le había destrozado la región occipital y certificaron su defunción. En cuanto al asesino, fue transportado en estado agónico a la casa de socorro de la Plaza Mayor, donde el médico de guardia le practicó un rápido reconocimiento, apreciando una herida de bala con orificio de entrada en la región temporal derecha y otro de salida en la región pariental izquierda. Fallecía una hora después sin haber recobrado la consciencia.
Las investigaciones revelaron que el magnicida era Manuel Pardiñas Serrano, nacido en El Grado (Huesca) en 1886, hijo de Agustín Pardiñas Ferriz, carabinero de profesión, y María Serrano, ama de casa.
Se trataba de un conocido anarquista expulsado de la República Argentina a raíz del asesinato del jefe de la policia de Buenos Aires.
Al parecer había actuado por propía iniciativa, y su objetivo inicial no era el presidente del gobierno sino el rey, hasta el que no pudo llegar.
Fuente: Historia y Vida
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