La moral barata de la Iglesia pedófila

Desde hace tiempo, todos hemos sabido de las "debilidades" de la Iglesia. 

Debilidades, justamente, que atacan a los más débiles, digo yo que será por eso, porque son débiles y aprovechan esa proximidad para hacer de la confianza que esos seres indefensos les profesan, la mejor de sus armas, armas que  luego no dudaran en usar para amenazar con algo tan típico como; "Nadie te va a creer", o "esto es lo que quiere Padre Dios".

No quiero crear controversia a que se piense que doy clases de moralidad, ni mucho menos, pero en la cabeza de los que nos consideramos buena gente, esto es inaceptable

Jamás he entendido, y no creo que lo haga, el celibato. Suponiendo que Dios exista, sólo es un suponer, como va "él" a negar una necesidad fisiológica como esta, que clase de Dios es ese que le niega a ser humano, porque los curas lo son aunque algunos se comporten como animales, que sean justamente eso, seres humanos.

Siempre he visto ese sacrificio, el celibato, como algo antinatural, más aún que los matrimonios gays, o el aborto, o cualquiera de las acciones que la iglesia critica, viendo la paja en el ojo ajeno y no la viga de hormigón armado que tiene en la suya.

Me reía, hace aproximadamente 2 meses, cuando su "Excelencia Reverendísima Monseñor Pablo Varela Server" defendía a la iglesia diciendo que "no existe ningún vínculo entre celibato y pedofilia, pero si que existe esta relación entre homosexualidad y pedofilia", pero ¡¡¡¡buen hombre!!! con toda su excelencia lo que usted es, a mi humilde opinión, es un verdadero --------por mucho que su madre haya sido una santa.

¿Como va usted a hacer esa comparación tan carente de fundamentos científicos?. Déjeme decirle que la época en la que ustedes hablaban y los demás callaban, por la ignorancia a la que nos obligaban todos los pinguinos eclesiásticos, ya pasó. Hemos aprendido a llamar a cada cosa por su nombre, y lo de ustedes sólo tiene uno, y seguro que me quedo corta, SINVERGUENZAS, moralistas de pacotilla.

Bien que salía en una declaración el teólogo Juan José Tamayo, de la Universidad Carlos III de Madrid, asombradito de  "la facilidad con la que, en el caso de la interrupción voluntaria del embarazo la jerarquía eclesiástica establece la relación directa entre pecado y delito exigiendo las consiguientes sanciones penales para las mujeres y sus colaboradores, y  la dificultad a la hora de hacer lo mismo con los abusos sexuales cometidos por personas consagradas a Dios''.

Estudié en un colegio de monjas, durante muchos años cada jueves teníamos misa y me veía obligada a besar la mano del cura que nos daba la eucaristía, una mano flácida, regordeta y sudorosa. Me marcó, aquello me marcó, y conste que a mi ese cristiano no me hizo nunca ningún tipo de insinuación, pero me daba asco.

El asco que siempre me ha dado todo tipo de idioteces, esas  que juegan con la jerarquía del que se coloca por encima de los demás, justamente lo que se supone que aborrecía su Dios.

Miren yo no insistí nunca para que mi hijo hiciera la primera comunión, es decir mi criatura vive de espaldas a la "ley de Dios". La única religión que traté de hacerle entender es que no  hiciera nada de lo que pudiera arrepentirse, que no le hiciera a nadie aquello que realmente no quisiera para sí, y ¿saben una cosa?, sería capaz, sin comunión, de dar un par de lecciones a estos dignatarios religiosos, "GRACIAS A DIOS".