jueves, 17 de junio de 2010
En actos pedófilos nos encontramos a veces con que "no están todos los que son, ni son todos los que están". Con respecto a Dutroux, el monstruo de Bégica, las pistas son claras, muy claras., y realmente, para mí, detrás de este desgraciado, porque no dudo que lo sea, hay desgraciados más grandes y con un arma "mortal"...¡poder!.
Poder para hacer lo que se les antoje, poder para llevar a cabo la satisfacción de sus más bajos instintos y poder para manejar a la sociedad como si fuéramos sus títeres.
Esto lo hemos visto tanto en la sociedad antigua, incluso como algo normal y lo hemos seguido viendo en la actualidad bajo el auspicio de la Iglesia Católica.
A continuación les dejo la historia de Dutroux, y la de quien quiera que estuviera detrás, porque, creedme, había alguien, seguro.
El caso podría ser similar al de las muchachas de...
Ciudad Juárez, aunque a modesta escala europea. Los hipotéticos sádicos belgas, carentes del apoyo paraoficial y mafioso con que cuentan los americanos, no dispondrían de un suministro tan masivo de víctimas y dependerían para aprovisionarse de gente como Dutroux, que ahora comparece a juicio acusado de secuestro, violación y tortura de seis menores y del asesinato de cuatro de ellas, que murieron en cautiverio. Dos fueron ejecutadas por sus intentos de fugas (eran las mayores); otras dos, ambas de ocho años, murieron de hambre y sed mientras Dutroux estaba preso por un ajuste de cuentas. Su mujer no se atrevió a llevarles alimentos y las dejó morir.Precisamente sobre su mujer, Michelle Martin, ha cargado Dutroux la mayor parte de la culpa. Y también sobre otro de los acusados, Michel Nihoul, hombre de turbios negocios y traficante de droga, que asegura que fue quien le encargó los secuestros. Según esto, Nihoul sería el contacto con una red sádicopederasta secreta, de la que Dutroux siempre habla, pero sin dar más explicaciones.
Nihoul, como era de esperar, lo niega todo. Sólo admite haber abastecido de droga a Dutroux y a su amigo Michel Lelièvre, el cuarto acusado en este proceso infernal.
Por su parte, Michelle Martin, la ya ex esposa, asegura ser una mujer maltratada y atemorizada, que compartía a Marc Dutroux con otras amantes y no se atrevía a desobedecerle. "Entrar en el mundo de Marc Dutroux es como entrar en una secta", ha dicho.
Reconoce haber dejado morir de hambre a las dos niñas de ocho años, pero antes del juicio negaba haber visto a ninguna de las víctimas, a pesar de que su marido la mantenía informada de sus fechorías. Ahora, en cambio, admite que le ayudó a filmar algunas de sus violaciones. El cuarto acusado, Michel Lelièvre, culpa de todo a la heroína y el éxtasis, que le nublaban la mente y le obligaban a secuestrar niñas para una red mafiosa a cambio de dinero o de drogas.
Hasta ahora, lo más sensacional del juicio ha sido la declaración de Sabine Dardenne, una de las dos supervivientes de los secuestros, que tenía 12 años cuando cayó en poder de Dutroux y pasó 80 días desnuda y encadenada, sufriendo violaciones desde el primer día. Asegura que Dutroux le dijo que en realidad le estaba salvando la vida, porque "su jefe" quería matarla. Además, le hizo creer que sus padres no querían pagar el supuesto rescate pedido por ella. Ella escribía cartas a su familia, que la policía encontró después debajo de una alfombra. Cuando Sabine le pidió una amiga para tener compañía, Dutroux secuestró a Laetitia Delhez, de 14 años, a la que sometió al mismo tratamiento. Ambas fueron rescatadas por la policía seis días después, gracias a que un amigo de Laetitia logró tomar el número de la matrícula de Dutroux casi completo.
Dutroux se levantó del banquillo para decir que lamentaba el daño causado. "Váyase al infierno", le replicó Sabine.
Desde su comienzo, el caso ha estado rodeado de escándalos por la deficiente actuación policial y judicial. Numerosas pruebas han desaparecido. No falta quien afirma que Dutroux contó con protección. En 1998 logró fugarse durante unas horas y su fuga ocasionó la dimisión del jefe de policía y los ministros de Interior y Justicia. Ahora es uno de los presos más vigilados de Europa, y en su celda se enciende la luz cada siete minutos y medio para comprobar que sigue ahí y que está vivo.
Dutroux inició su carrera de violador en 1983 y fue condenado a 13 años de cárcel por cinco secuestros y violaciones. Salió de prisión en 1992 y en 1995 emprendió una nueva serie de crímenes, que ahora asegura que fueron encargados. Por la misma época mató a uno de sus cómplices, Bernard Weinstein. Un dato podría apoyar su historia: siempre ha manejado grandes sumas de dinero y cuando fue detenido en 1996 tenía veinte cuentas bancarias. No parece que el secuestro y tortura de menores por cuenta propia dé tantos beneficios.
Fuente: Aquí
Nihoul, como era de esperar, lo niega todo. Sólo admite haber abastecido de droga a Dutroux y a su amigo Michel Lelièvre, el cuarto acusado en este proceso infernal.
Por su parte, Michelle Martin, la ya ex esposa, asegura ser una mujer maltratada y atemorizada, que compartía a Marc Dutroux con otras amantes y no se atrevía a desobedecerle. "Entrar en el mundo de Marc Dutroux es como entrar en una secta", ha dicho.
Reconoce haber dejado morir de hambre a las dos niñas de ocho años, pero antes del juicio negaba haber visto a ninguna de las víctimas, a pesar de que su marido la mantenía informada de sus fechorías. Ahora, en cambio, admite que le ayudó a filmar algunas de sus violaciones. El cuarto acusado, Michel Lelièvre, culpa de todo a la heroína y el éxtasis, que le nublaban la mente y le obligaban a secuestrar niñas para una red mafiosa a cambio de dinero o de drogas.
Hasta ahora, lo más sensacional del juicio ha sido la declaración de Sabine Dardenne, una de las dos supervivientes de los secuestros, que tenía 12 años cuando cayó en poder de Dutroux y pasó 80 días desnuda y encadenada, sufriendo violaciones desde el primer día. Asegura que Dutroux le dijo que en realidad le estaba salvando la vida, porque "su jefe" quería matarla. Además, le hizo creer que sus padres no querían pagar el supuesto rescate pedido por ella. Ella escribía cartas a su familia, que la policía encontró después debajo de una alfombra. Cuando Sabine le pidió una amiga para tener compañía, Dutroux secuestró a Laetitia Delhez, de 14 años, a la que sometió al mismo tratamiento. Ambas fueron rescatadas por la policía seis días después, gracias a que un amigo de Laetitia logró tomar el número de la matrícula de Dutroux casi completo.
Dutroux se levantó del banquillo para decir que lamentaba el daño causado. "Váyase al infierno", le replicó Sabine.
Desde su comienzo, el caso ha estado rodeado de escándalos por la deficiente actuación policial y judicial. Numerosas pruebas han desaparecido. No falta quien afirma que Dutroux contó con protección. En 1998 logró fugarse durante unas horas y su fuga ocasionó la dimisión del jefe de policía y los ministros de Interior y Justicia. Ahora es uno de los presos más vigilados de Europa, y en su celda se enciende la luz cada siete minutos y medio para comprobar que sigue ahí y que está vivo.
Dutroux inició su carrera de violador en 1983 y fue condenado a 13 años de cárcel por cinco secuestros y violaciones. Salió de prisión en 1992 y en 1995 emprendió una nueva serie de crímenes, que ahora asegura que fueron encargados. Por la misma época mató a uno de sus cómplices, Bernard Weinstein. Un dato podría apoyar su historia: siempre ha manejado grandes sumas de dinero y cuando fue detenido en 1996 tenía veinte cuentas bancarias. No parece que el secuestro y tortura de menores por cuenta propia dé tantos beneficios.
Fuente: Aquí
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentarios:
Es horrible esta historia y de cómo fueron capaces de dejarlo en libertad...qué error más grande.
Pero otro error que dice el artículo es que la Iglesia Católica avala a los pedófilos.
Eso es una calumnia y es completamente falso. Si el autor del artículo es anticatólico que lo diga en otra de sus intervenciones, pero maliciosamente está mezclando a este criminal y a la Iglesia Católica como si fueran una sociedad para cometer pedofilia. Eso es inaceptable por donde se le vea.
Siempre se ha sabido que el poder del periodista es la pluma, pero aquí se ve que hay envidia por un poder que se desea pero no se tiene. Eso es bajo y detestable...es envidia insana.
Publicar un comentario