martes, 8 de septiembre de 2009

Sanidad Pública; una y no más, santo Tomás.

La familia del pequeño D.L.S, de 13 años, denunció hoy, a través de la Asociación del Defensor del Paciente, la equivocación por parte del equipo médico del Hospital Gregorio Marañón por la cual operaron al menor del ojo equivocado. El joven había sido víctima días antes de una brutal agresión a manos de otro escolar. El niño venía sufriendo en el colegio agresiones verbales, psicológicas y físicas por parte de otro compañero, hasta que éste le propinó una serie de puñetazos, por lo que el pequeño hubo de ser trasladado al ambulatorio de Rivas Vaciamadrid, donde comprobaron que tenía desviado totalmente el ojo derecho y de ahí fue derivado al Hospital Gregorio Marañón. El niño ingresó en el hospital el pasado 28 de julio, donde le comunicaron que había que intervenir el ojo derecho, ya que tenía una fisura y algunos de los músculos del ojo se habían enganchado, por lo que el niño no podía mirar hacia arriba y abajo. D. L. S. fue intervenido el pasado 10 de agosto y al término de la operación el médico informó a los padres que todo ha ido, perseverando en que la fisura era muy pequeña y por lo tanto no había sido necesario implantar ninguna malla de protección, según palabras del doctor. Pero la sorpresa y el estupor se producen cuando en la sala de reanimación los padres comprueban que el niño había sido intervenido del ojo izquierdo, que era el sano. No lo podían creer y solicitaron explicaciones. El doctor comprobó el historial médico y reconoció el tremendo error pidiéndoles disculpas. Pasados unos días, tanto el doctor como responsables del hospital defendieron que el niño también necesitaba ser intervenido del ojo izquierdo, pero en opinión del abogado de la Asociación del Defensor del Paciente, todo se debe a una estrategia para que no vuelvan a saltar las alarmas como ocurrió en el caso de Ryan, que supuso un duro varapalo en este hospital, aunque este caso es de otra índole. Finalmente, el niño fue intervenido el pasado Viernes, 4 de septiembre, del ojo derecho. Al respecto, los servicios jurídicos de El Defensor del Paciente ya están preparando la correspondiente demanda por los daños y perjuicios que le han ocasionado. Fuente: Noticias Yahoo Ante tal desastre, y no es el único ocurrido en nuestro pais, me pregunto ¿es ésta la sanidad que pagamos todos?.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Calígula; un monstruo en el poder

El gobierno de Cayo Julio César Augusto Germánico, mas conocido por Calígula, se inció en el año 37 con toda clase de buenos augurios. El joven emperador parecía tolerante y amable, e incluso prometió compartir el poder con los senadores, que habían sido ignorados por su antecesor. También hizo lo posible por granjearse las simpatías de la plebe organizando costosos espectáculos públicos y decretando que el mes de septiembre pasara a llamarse Germánico en memoria de su padre, general y cónsul que seguía vivo en la memoria de los romanos. Su talante piadoso y alegre hizo olvidar a todos el sombrío reinado de Tiberio. Pero a los ocho meses... sufrió una grave enfermedad que alteró su equilibrio mental y transformó su carácter. A partir de entonces, los poco más de tres años que le quedaban de ejercicio del poder se convirtieron en una sucesión de arbitrariedades y crímenes horrendos y abominables. Ordenó por los motivos más fútiles la ejecución de amigos y parientes, reafirmó su tiranía por medio del terror y mantuvo relaciones incestuosas con su hermana Drusila. Para obtener el dinero que gastaba a manos llenas condenó por traición a hombres acaudalados e inocentes y confiscó sus propiedades. En el colmo de la locura nombró cónsul a su caballo. Su consigna era: "Que me odien, con tal de que me teman". Suetonio y otros historiadores cortesanos posteriores explican que esa locura procedía de la infancia, ya que de niño había padecido epilepsia, entre otras extrañas dolencia físicas y mentales. También se dijo que Cedonia, su mujer, le administraba un filtro amoroso que, sin embargo, le había enanejado. En todo caso, la megalomanía de Calígula se manifestó al obtener el poder omnímodo, si es que no fue una consecuencia del mismo. Hubo momentos de lucidez en que declaraba su deseo de retirarse para aclarar sus pensamientos, pero el desvarío pudo más. Neos Helios Una de sus más famosas extravagancias consistió en hacerse adorar como un dios. Conversaba de tú a tú con la estatua de Júpiter Capitolino, hizo sustituir por la suya las cabezas de muchas de la estatuas de dioses y proclamó su propio culto haciéndose llamar Neos Helios, con un templo especial, sacerdotes y curiosas víctimas como pavos reales, flamencos, urogallos y faisanes. Por lo común, los emperadores eran deificados y obtenian honores después de muertos, lo cual no resultaba extraordinario en una sociedad politeísta. Pero Calígula fue más allá y quiso imitar a los faraones, que eran considerados dioses vivientes. De hecho, su desquiciada concepción de la autoridad estaba muy influida por la cultura egipcia, a la que admiraba, pero se oponía frontalmente a las costumbres romanas. Además, si el emperador dejaba de ser princeps ("primer ciudadano"), como habían hecho Augusto o Tiberio, para convertirse en dios, eso significaba que los demás habitantes del orbe, fuera cual fuese su condición quedaban reducidos a simples esclavos o adoradores. Tantos atropellos a las leyes, la tradición y el sentido común inspiraron en muchos el deseo de acabar con el tirano. El general Cornelio Léntulo Getúlico y el senador Marco Emilio Lépido lo intentarosn sin éxito. Poco después varios libertos, tribunos y prefectos del pretorio acordaron asesinarles durante los Juegos Palatinos, que se celebraban en el palacio imperial. ¡Adelante! Casi Querea, que mandaba una cohorte pretoriana, asumió la misión de dar la primera estocada. El 24 de enero de 41, a mediodia, Calígula se dirigía a almorzar y se detuvo a admirar a unos jóvenes asiáticos que se preparaban para salir a escena. Casio Querea aprovechó el momento para herirle por la espalda al grito de ¡Hoc age! (¡Adelante!), fórmula ritual propia de los sacrificios religiosos. Mientras los soldados mantenían apartada a la gente, los demás conjurados le asestaron hasta treinta puñaladas. Suetonio concluye su relato de una manera estremecedora: "Con él perecieron su mujerCesonia, atravesada por la espada de un centurión, y su hija, que fue estrellada contra la pared". Fuente: Historia y Vida

Jack el Destripador, los crimenes perfectos

En el Londres victoriano de finales del siglo XIX, al menos cinco prostitutas alcohólicas fueron descuartizadas con saña en apenas tres meses, y todas en un radio de unos dos kilómetros cuadrados, en las inmediaciones del barrio de Whitechapel. Más de un siglo después aún no se ha revelado la identidad de psicópata que las asesinó, las destripó y devoró parte de sus vísceras. El nombre por el que ha pasado a la historia, Jack el Destripador... el asesino en serie más famoso de todos los tiempos, se lo puso él mismo. Con ese "nombre artístico", según sus propias palabras, firmaba los comunicados escritos con macabra tinta roja que enviaba a la policía vanagloriándose de su última fechoría y anunciando la siguiente.
"Querido jefe: Sigo oyendo decir que la policía me ha capturado, pero la verdad es que aún no han dado conmigo. [...]. La mujer no tuvo tiempo de dar ni un solo grito. Me gusta mi labor y tengo ganas de empezar de nuevo. Pronto sabréis de mí y de mis divertidos juegos". No culpen a los judios Ni el comité de vigilancia, creado por los vecinos de Whitechapel desde el primer asesinato, ni la policía encargada del caso, pudieron detener al taimado asesino que sembró el terror en las calles de Londres y originó una crisis sin precedentes. Se barajaron varios prototipos de sospechosos y decenas de personas fueon arrestadas y puestas luego en libertad. Uno de los primeros imputados, el judío John Pizar, zapatero de origen polaco, tenía una buena coartada. Además, alguien, acaso el propio Jack, escribió en una pared: "No hay por qué culpar a los judíos". Otra misiva del asesino que se publicó en la prensa, en la que decía: "No tengo tiempo aún para deciros cómo me he convertido en un asesino, pero ya sabréis cuando llegue el momento que soy uno de los pilares de la sociedd", levantó las sospechas en torno al hijo del príncipe de Gales. Albert Victor, el duque de Clarence, que tenía fama de frecuentar burdeles y murió al poco de cesar los asesinatos. Un enigma para la historia La pericia casi quirúrgica del asesino hizo tambalear la reputación de los médicos de la zona. Y las mujeres tampoco se vieron libres de sospecha. Con la alarma social creada, sólo otra prostituta podía conseguir que sus compañeras la siguieran sin miedo y pasar desapercibida al mismo tiempo ante las atentas miradas de la policía y los desconfiados transeúntes en alerta. Era el año 1888 y la leyenda de Jack el Destripador no había hecho más que empezar. Los periódicos aumentaron sus tiradas. Nadie igualaba sus crímenes en sadismo y astucia. Se sucedian la hipótesis sobre su posible perfíl. Las autoridades eran sometidas a escarnio por su supuesta falta de profesionalidad, hasta el punto de que el jefe de Scotland Yard, que contó con la ayuda de una dotación del ejército, tuvo que presentar su dimisión. Hubo, incluso, malos imitadores de los crímenes del Destripador que complicaron todavía más la investigación policial. El personaje, mítico en la historia del crimen, se convertiría pronto en protagonista literario y cinematográfico, en objeto de estudio de psiquiatras, en modelo para la investigación criminal y en una de las peores pesadillas agazapadas en el inconsciente colectivo a escala universal.
Fuente: Historia y Vida

viernes, 4 de septiembre de 2009

Arte escatológico, "Merda d'artista"

El 12 de agosto de 1961, en ocasión de una exposición en la Galleria Pescetto de Albisola Marina, Piero Manzoni presentó por primera vez en público las cajitas de "Merda d’artista" ("contenido neto 30 gramos, conservada al natural, producida y enlatada en el mayo de 1961"). El precio establecido por el artista por las 90 cajitas (rigurosamente numeradas) correspondía al valor corriente del oro. Las cajitas de Manzoni tienen numerosos precedentes en el arte del Novecientos, desde el urinario de Duchamp ("Fontaine", 1917) hasta las coprolalias surrealistas. Salvador Dalí, Georges Bataille y antes que nada Alfred Jarry con "Ubu Roi" (1896) habían dado dignidad literaria a la palabra "mierda". La asociación entre analidad y obra de arte (y entre oro y heces) es un tema recurrente en la la literatura psicoanalistica que Manzoni puede haber recibido por la lectura de Jung. La novedad de Manzoni esta en haber conexionado estas sugestiones a una reflexión sobre la función del artista frente a la autoreferencialidad de la obra de arte. El cierre tautológico del Achrome (una superficie que no manifiesta ningún sentido, ni exibe una manipulación de la materia) y la invisibilidad la Línea, escondida en un contenedor sellado, crean una especular autoreferencialidad del cuerpo del artísta. Privado del objeto, y aún encantado por el recuerdo de su status heróico de artéfice y productor, el artista encuentra una compensación por la pérdida invadiendo el espacio tradicionalmente asignado por el proceso comunicativo al obra. El mismo cuerpo del artista se ofrece al público como una obra de arte, y las vestigias del cuerpo se convierten en reliquias. Así nace la Mierda de artista (vendida a peso de oro), el Aliento de artista ("Fiato d'artista", las globos inflados por el aliento vital del autor) y el proyecto de la Sangre de artista ("Sangue d'artista").

jueves, 3 de septiembre de 2009

Un poco más del fraude de la gripe A

ANTE LA GRIPE A, PACIENCIA Y TRANQUILIDAD

Por Juan Gérvas,

jgervasc@meditex.es www.equipocesca.org

Médico de Canencia de la Sierra, Garganta de los Montes y El Cuadrón (Madrid). Profesor Honorario de Salud Pública en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid, y Profesor Visitante de Atención Primaria en Salud Internacional de la Escuela Nacional de Sanidad (Madrid)

En Buitrago de Lozoya (Madrid), a 20 de agosto de 2009.

Resumen

  1. La gripe A es muy contagiosa y muy leve. Más leve que la gripe de todos los años (gripe estacional).

  2. Ante la gripe A conviene un comportamiento prudente y tranquilo, similar al que tenemos con la gripe estacional. Se debe consultar al médico sólo en caso de enfermedad importante (tos con sangre, gran deterioro respiratorio).

  3. Los antivirales como Tamiflú y Relenza no previenen la gripe A, y tienen efectos secundarios importantes. Tampoco sirven para el tratamiento en pacientes sanos por lo demás. Se deben reservar para tratar casos graves.

  4. La vacuna contra la gripe A es experimental, y por ahora no se sabe nada ni de su seguridad ni de su eficacia.

  5. Las pandemias previas no produjeron gran mortalidad en cuanto se dispuso de antibióticos para tratar las neumonías que complican la gripe. Las pandemias previas no tuvieron una segunda “ola” de mayor agresividad.

  6. Además de la gripe A, los servicios sanitarios tienen que atender a los miles enfermos agudos y crónicos habituales por lo que conviene no saturar la actividad de médicos y enfermeras con pacientes leves de gripe A

El problema

La gripe es una enfermedad viral que se suele padecer durante el invierno, en forma de epidemia (epidemia estacional) que afecta a gran parte de la población. Como bien dice el refrán, “la gripe dura siete días con tratamiento, y una semana sin él”. La gripe es enfermedad leve, con fiebre y síntomas varios como dolor de cabeza y muscular, náuseas, diarrea y malestar general, que obliga a guardar un par de días de reposo. No conviene bajar la fiebre (ni en niños siquiera), y el tratamiento es para el dolor y el malestar.

Pese a la levedad de la gripe, se puede demostrar que la mortalidad aumenta en la población con dos picos anuales, uno en los días del verano con el máximo de calor, y otro en los días del invierno con la epidemia de gripe. Por ello se aconseja vacunar contra la gripe, aunque se discute si esta vacunación es útil.

La epidemia de gripe A, que empezó en Méjico en 2009, es de menor gravedad que la epidemia estacional. Es una gripe que se contagia muy fácilmente, y por eso es una “pandemia”, porque puede llegar a afectar a la mitad de la población. Pero la contagiosidad de la gripe A no dice nada de su gravedad, y de hecho es menos grave que ninguna gripe previa. Afecta a mucha gente, pero mata menos que la gripe de todos los años. Las cifras son variables según la fuente de datos, pero por ejemplo, en el Reino Unido ha habido cientos de miles de casos y sólo unas 30 muertes y en EEUU con un millón de casos sólo 302 muertos. En el invierno austral (que coincide con el verano en España), en la Argentina han muerto unas 350 personas, en Australia unas 128, en Chile 105 y en Nueva Zelanda 15 personas. Con el invierno austral casi finalizado, en el mundo entero ha habido hasta ahora 2.396 muertos. Para ponerlo en situación, se calcula que en España mueren durante un invierno “normal” por gripe estacional entre 1.500 y 3.000 personas.

Hemos tenido muchas pandemias, y la más letal, la “española” de 1918 mató sobre todo por neumonías bacterianas a los pobres (mal alimentados, hacinados, con viviendas insalubres y mal protegidos del frío). En las otras dos grandes pandemias, de 1957 y 1968 no hubo tal letalidad, entre otras cosas por la existencia de los antibióticos para tratar las neumonías bacterianas.

Al estudiar las pandemias de los últimos siglos (desde 1510 hasta la actualidad) se demuestra que nunca se ha contagiado simultáneamente toda la población (el 100% al tiempo) y que, si ha habido segunda “ola”, de pandemia la gripe ha tenido un carácter leve también en la segunda vuelta.

¿Qué se puede hacer ante la gripe A?

Cuando en 2005 la Organización Mundial de la Salud (OMS) pronosticó que podrían morir de gripe aviar hasta siete millones de personas, se desató el pánico en el mundo. Después hubo sólo 262 muertes. Hubo, pues, un gravísimo error pronóstico. En 2009, con la gripe A, conviene no repetir el mismo error. Por ello es central evitar el pánico. Es absurdo tener pánico frente a la epidemia de gripe A, por más que nos llegará a afectar (levemente) a muchos.

Ante la gripe A conviene hacer lo que siempre se hace ante la gripe: cuidarse con prudencia y tranquilidad. Buena hidratación, buena alimentación, buena higiene, y recurrir al médico cuando haya síntomas de importancia, tipo tos con expulsión de sangre y gran deterioro de la respiración. Conviene no “toserle” a nadie, no tocarse la nariz, taparse al boca al estornudar y lavarse las manos antes de comer, después de ir al servicio y si uno se mancha con los mocos.

El virus se elimina por la mucosidad nasal aproximadamente durante los primeros cinco días de la enfermedad. El uso de mascarillas no parece que ayude a evitar la propagación de la epidemia. Conviene no hacer mucha vida social esos primeros días, como siempre se hace en caso de gripe.

Respecto al embarazo, no hay nada que decir, pues es saludable en cualquier caso, y nada lo impide ni lo agrava durante la epidemia de gripe A.

No hay tratamiento preventivo alguno: los medicamentos contra la gripe no previenen la enfermedad (ni el oseltamivir-Tamiflú ni el zanamivir-Relenza). Una vez que se tiene la enfermedad estos mismos medicamentos son también casi inútiles (acortan medio día la evolución de la enfermedad). Tampoco hay estudios que avalen su efectividad en la propia gripe A. Además, tienen efectos adversos. Por ejemplo, durante la epidemia de gripe A, en niños tratados en Londres con oseltamivir-Tamiflú, tuvieron efectos adversos la mitad, generalmente vómitos, y en el 18% fueron alteraciones neuropsiquiátricas. Quizá en algunos casos valga la pena su uso como tratamiento, por ejemplo en enfermos graves y en pacientes con enfermedades crónicas importantes, pero no son útiles ni en niños ni en adultos sanos.

La vacuna contra la gripe es de poca utilidad en niños y adolescentes, con una efectividad del 33%, y absolutamente inútil en los menores de dos años. Hay dudas sobre su eficacia en adultos y ancianos. Sobre la vacuna contra la gripe A no sabemos nada, pero en 1976 se produjo en EEUU una vacuna parecida, también con todas las prisas del mundo por el peligro de pandemia, y el resultado fue una epidemia de efectos adversos graves (síndrome de Guillain-Barré, enfermedad neurológica) que obligó a parar la vacunación. Las prisas no son buenas para nada, y menos para parar una gripe como la A, que tiene tan baja mortalidad. Conviene no repetir el error de 1976. En todo caso, es exigible la firma de un “consentimiento informado” que deje claro los beneficios y riesgos, y el procedimiento a seguir ante los daños por efectos adversos. Dadas las prisas de producción de la vacuna, y para evitar las consecuencias legales de los problemas de seguridad, responderán ante las reclamaciones, ante los daños, los Estados, no la industria farmacéutica.

¿Algo más?

Las pruebas diagnósticas rápidas de la gripe A tienen poca sensibilidad (del 10 al 60%). Es decir, no vale la pena hacer la determinación para saber si uno tiene gripe A en realidad. Da igual, pues los consejos son los mismos, y la prueba no añade la seguridad de no tener la gripe A.

Tanto el virus de la gripe A como el de la gripe estacional pueden mutar dejando por completo inútiles las vacunas.

No hay protección ante la gripe A con la vacunación contra la gripe estacional.

Conviene no olvidar que un niño (y un adulto) puede tener otras enfermedades, además de la gripe A. En el Reino Unido ha habido casos de niños muertos por meningitis tras ser diagnosticados en falso de gripe A.

Durante la pandemia de gripe A seguirá habiendo infartos de miocardio, apendicitis, insuficiencia cardiaca, diabetes, asma, intentos de suicidio, fracturas de cadera, depresión, esquizofrenia y las otras mil enfermedades que requieren atención médica. El comportamiento sereno, paciente y tranquilo de los pacientes con gripe A es esencial para que funcionen bien los servicios sanitarios y su médico pueda dedicarse a los enfermos que lo necesitan, con o sin gripe A.

Nota

El autor no tiene más afán que dejar claro el estado del conocimiento respecto a la gripe A en el momento de escribir este texto, y para ello ha revisado la literatura mundial al respecto. Este texto es puramente informativo. El autor lamenta que muchos de los organismos públicos, las sociedades científicas y los medios de comunicación transmitan otro mensaje; sus razones tendrán.

Referencias seleccionadas

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  • White N, Webster R, Govorkovs E et al. What is the optimal therapy for patients with H5N1 infection? PLoS Med. 2009;6:e1000091.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

La muerte de Pizarro

En 1533, el adelantado Francisco Pizarro hacía su entrada en Cuzco, capital del imperio inca, en Perú, y daba por concluida la conquita de este país.. Al año siguiente fundaba la Ciudad de los Reyes, futura Lima, y la convertía en capital de los territorios conquistados. Por orden suya, su hermano Hernando viajaba a España para entregar al emperador la parte que correspondía a la corona del tesoro de Atahualpa, calorado en más de 700 millones de pesos y que fué vilmente expoliado por el "Sr" Pizarro. Franciso recibió el título de marqués y una ampliacion de la zona bajo su dominio. su lugarteniente, Diego de Almagro, se le otorgó la gobernación de Nueva Toledo, un área de 200 leguas situada al sur de las posesiones del adelantado, y para satisfacer sus ambiciones se le nombró sucesor de Pizarro. El pacificador Tanto Pizarro como Almagro consideraron que, por razones geográficas, la próspera Cuzco quedaba bajo su jurisdicción. Aprovechando la ausencia del primero, los almagristas tomaron la ciudad y encarcelaron a los hermanos Juan y Gonzalo Pizarro. El adelantado acudió en su ayuda, consiguió la liberación de sus parientes y persuadió a Almagro de que emprendiese la conquista de Chile, un reino" que, al parecer, poseía extraordinarias riquezas. La expedición para el nuevo expolio partió en el invierno de 1536, y Pizarro creyó que, una vez alejado su rival, podría dedicarse sosegadamente a la construcción de Lima y a la administración de sus posesiones. Sin embargo, el viaje de Almagro fue calamitoso. La vuelta de los desencantados almagristas coincidió con el levantamiento de Manco Inca, provocado por los abusos cometidos contra los indios por los hermanos de Pizarro. "Los de Chile" se aliaron a los rebeldes, entraron en Cuzco, encarcelaron a Hernando Pizarro, y obligaron al cabildo a que declarase a Almagro gobernador de la ciudad. Una vez más el adelantado tuvo que interferir, pero esta vez sus maniobras diplomáticas fracasaron. Tampoco tuvo éxito la mediación del dominico Fray Tomás de Berlanga, obispo de Tierra Firme y comisionado por el Consejo de Indias. Pizarristas y almagristas se enzarzaron en una guerra que se prolongó hasta el 26 de abril de 1538, cuando los primeros vencieron en la batalla de Las Salinas. Almagro, hecho prisionero en el campo de batalla, fue ajusticiado poco despues. Dueño por fin de Cuzco, Pizarro trató de ejercer con tino su autoridad, organizando las explotaciones, los cultivos y las minas. La resistencia continuaba, fomentada tanto por Manco Inca como por los almagristas, organizados ahora en torno a Almagro el Mozo, hijo del capitán ejecutado. El descontento iba en aumento y la corona encargó a Vaca de Castro que solucionara la vieja querella, pero los almagristas creyeron que el pacificador había sido comprado por Pizarro y prepararon el asalto a su palacio limeño. En su relato de las guerras peruanas, el cronista Cieza de León escribe que, al verles irrumpir en sus aposentos al grito de "Mueran los tiranos", el adelantado les preguntó ingenuamente por qué le querían matar, convencido como estaba de la rectirud de su caudillaje. Pizarro tenía sesenta y tres años cuando las espadas de los amotinados acabaron con su vida. Al parecer, su último gesto fue trazar en el suelo una cruz con su sangre, la única firma que era capaz de estampar al pie de las cartas que dictaba. Fuente: Historia y Vida.

martes, 1 de septiembre de 2009

El arropiero


Desde siempre he sentido muchísima curiosidad en conocer la causa por la cual una persona mata a otra. Obviamente la respuesta es muy variopinta y nos encontramos bastantes crímenes y por supuesto mentes que lo llevan a cabo.De todas esas mentes hay una, para mí en particular, que rompe los moldes Manuel Delgado Villegas, más conocido como el Arropiero.
Creemos que los psicópatas son esos protagonistas de las pelis yanquis, esos que son capaces de matar incluso sólo por el mero placer de hacerlo, y nos pasamos por alto el hecho de que también en España tenemos nuestra propia variedad de psicópatas a la carta, de fabricación propia, vamos!.El más grande de estos asesinos es, sin duda, El Arropiero.El arropiero nace en Sevilla el 25 de Enero del año 1943. Su madre muere al parirle y junto con su hermana pasan al cuidado de su abuela.Manuel se crió con varios parientes diferentes, que le propinaban frecuentemente palizas que le curtieron el cuerpo y endurecieron el corazón
Era bisexual, mostraba un carácter bastante violento y la promiscuidad empezó a ser su norma de vida. Empezó a gozar de gran estima entre homosexuales y prostitutas, y logró a vivir a su costa. Su "éxito" se debía a que padecía anaspermatismo, es decir, ausencia de eyaculación, por lo que era capaz de practicar repetidos coitos en busca de un orgasmo que no conseguía alcanzar.
Su padre es vendedor de arrope (producto resultante de la cocción del mosto a fuego lento hasta espesar) y es por ello que se le acuña el apodo del Arropiero.
Era un hombre sin estudios y absolutamente analfabeto, porque a pesar de haber acudido a la escuela en su niñez, no sabía ni leer ni escribir.
En el año 1961. contando 18 años de edad ingresa en la legión donde aprende un golpe mortal que hizo su sello personal a la hora de asesinar a sus víctimas.
Fue detenido a comienzos de 1971 en el Puerto de Santa María en Cádiz cuando asesina a su novia, que aparece con sus leotardos anudados al cuello.
Se declaró culpable de nada menos que cuarenta y ocho crímenes
Nunca fue juzgado, ya que se le ingresó en el Psiquiátrico de Carabanchel. Murió hace unos pocos años, ya en libertad, tras beneficiarse de la nueva legislación penal.
Contaba 20 años de edad cuando el Arropiero emprende su carrera criminal. Era 1964, hasta entonces los delitos no habían pasado de proxenetismo y paso clandestino de fronteras. Al día siguiente de año nuevo, paseando por la playa de Llorac, en Garraf, localidad de Barcelona, "se le cruzaron los cables". "Vi un hombre dormido apoyado en un muro. Me acerqué a él muy despacio y, con una gruesa piedra que cogí cerca del muro, le di en la cabeza. Cuando vi que estaba muerto, le robé la cartera y el reloj que llevaba en la muñeca. ¡No tenía casi nada y el reloj era malo!". Siete años tardó la justicia en demostrar su culpabilidad, pese a que el cadáver fue descubierto a los diecinueve días del crimen. La víctima, un cocinero, había acudido a la playa desde la ciudad condal para recoger un par de saquitos de arena para la cocina y se recostó a dormir una pequeña siesta de la que jamás despertó. Tres años después de este asesinato volvió a las andadas, ahora en Ibiza.
En un chalet deshabitado de Cam Plana, a cinco kilómetros de la capital, abandonaba el cadáver desnudo de una estudiante francesa que ese día cumplía 21 años. La muchacha había acudido al lugar con un norteamericano y, tras ingerir varias dosis de LSD, éste intentó mantener relaciones sexuales, pero ella se opuso tenazmente. El yanqui, desanimado, abandonó la casa dejando la puerta abierta. La casualidad hizo que el Arropiero le viera salir y, pensando que era un ladrón, intentó imitarle, encontrándose con la hermosa joven dormida. Esta tampoco despertaría.
Las andanzas del "vagabundo de la muerte" continuaban y en un viaje relámpago a la capital de España asesinaba de un golpe de karate al inventor del slogan "Chinchon, anís, plaza y mesón". El cadáver apareció en un recodo del río Tajuña sin pantalones ni calcetines. "Lo maté porque le vi en compañía de una niña a la que trató de violar" fue su excusa. La siguiente víctima, un millonario vicioso. Se trataba de un barcelonés que contrataba regularmente sus servicios por el precio de 300 pesetas la sesión. Se encontraban en la tienda de muebles propiedad de este industrial, escenario habitual de sus reuniones, cuando Manuel le solicitó mil pesetas argumentando que tenía una necesidad urgente. El cliente prometió dárselas al final, pero, concluido el acto, le pagó las 300 de rigor. "Por eso le pegué en el cuello con el canto de la mano y cayó al suelo. Cuando le estaba quitando la cartera se despertó y empezó a insultarme ¡él a mí!, por lo que agarré un sillón, le arranqué una pata y le di con ella en la cabeza". Después lo remató estrangulándolo. Le partió el cuello. No había terminado aún el año 1969 cuando cometió su acto criminal más execrable. Asaltó a una señora de 68 años, propinándole un fuerte golpe. Después la arrojó desde una altura de 10 metros, descendió en su búsqueda y arrastró el cuerpo ensangrentado hasta el interior de un túnel, donde sació su degenerado instinto sexual mientras lentamente la estrangulaba. Horrible acto de necrofilia que volvió a repetir durante las tres noches siguientes.
En septiembre de 1970 decidió trasladarse a vivir al puerto de Santa María con su padre, para ayudarle en la fabricación de arropías y vender golosinas en un carrito por las calles. Pronto hizo amistad con un homosexual, con el que mantuvo secretas relaciones. "Fuimos a dar un paseo en moto y cuando íbamos a salir a la carretera general, me acarició. Le dije que se estuviera quieto, pero no me hizo caso. Enfadado, paré y le di un golpe en el cuello, despacio, pero era tan flojo que se cayó y se rompió las gafas. No respiraba bien y me dijo que lo llevara al fresco, junto al río. Allí intentó otra vez tocarme y, sin pensarlo, le solté un golpe más fuerte y cayó al fango, boca abajo e inmóvil". El cadáver fue localizado flotando a 12 kilómetros del lugar del crimen. Durante su estancia en la localidad costera entabló relación con una subnormal, muy conocida por su desmesurada afición a los hombres. Llegó a presentarla a su padre como su novia. "Salimos a dar un paseo y por una veredas fuimos al campo de Galvecito; hacíamos el amor siempre en él sin que nadie nos viera. Lo hicimos, como siempre, de muchas formas, pero me pidió una cosa que me daba asco. Cuando me negué a ello me insultó y me dijo que no era hombre, pues otros se lo habían hecho". La infeliz no se apercibía de que estaba firmando su sentencia de muerte. "Entonces le pegué un golpe, y como no se callaba y me seguía insultando, le puse al cuello los leotardos que se había quitado y apreté hasta que se murió".
Cuando terminó escondió el cuerpo entre unos matorrales y regresó al pueblo. "Volví a estar con ella el lunes, el martes y el miércoles, y hubiera vuelto hoy si no me hubieran detenido. ¡Estaba tan guapa!, ¡La quería tanto! ¿No era mi novia?, ¿Entonces no podía hacer el amor con ella lo mismo que antes?" Fue su argumentación al ser detenido por agentes de la Brigada de Investigación Criminal, el 8 de enero de 1971.
De los cuarenta y ocho asesinatos que se atribuyó -especificó que estuvo a punto de matar a seis personas más para satisfacer su apetito sexual- durante sus siniestras andanzas por Francia, Italia y España, sólo se llegaron a probar ocho, debido a su extrema complejidad, que hubiera precisado la colaboración policial a nivel europeo. Faltaron acusaciones particulares, había pocos testigos. No se llegó a celebrar la vista oral, sino que con base en la Ley de Enjuiciamiento Criminal se emitió un auto de sobreseimiento libre, por el que quedó archivada la causa y se ordenaba su internamiento en un centro psiquiátrico penitenciario. El de Carabanchel fue su destino, hasta el cierre del mismo hace una década.
En dicho establecimiento fue examinado por expertos psiquiatras de numerosos países y determinaron que se trataba de un peligrosísimo psicópata, a causa de ser poseedor delcromosoma XYY, denominado de Lombroso o de la criminalidad. Los especialistas que estudiaron su caso coincidían en que no se le podía poner en libertad porque "es un criminal nato, un asesino que puede hacer mucho daño siempre, mientras viva". Por su alteración genética carecía de conciencia, de sentido de la culpabilidad, de remordimientos; creía que era normal, incluso cuando asesinaba. Cortocircuitados los sentimientos, lo hacía con la mayor tranquilidad: ni parpadeo, ni aceleración cardiaca, ni gota de sudor.
Hoy en día se sabe que ciertamente los individuos que poseen esta peculiaridad cromosomática, son violentos, si, pero poseen conciencia y ciertamente conocen lo que es correcto y lo que no lo es-
Describió con la mayor frialdad posible cómo en Roma mató a su patrona porque se había encaprichado de él y, como era demasiado gorda, no podía abrazarla. En París se encaprichó de una joven que pertenecía a una banda de atracadores; como éstos se negaron a admitirlo en el grupo, acribilló a los cuatro con la metralleta de uno de ellos. En la capital francesa, antes de ser expulsado del país por indocumentado, mató a otra chica por chivata, estrangulándola lentamente.
Prosiguió sus correrías por la Costa Azul, asesinando a una dama de unos 40 años que le llevó a su lujoso chalet; ella se empeñó en que durmiera abundante y él, contrariado, le machacó la cabeza con una piedra.
Le robó el dinero y las alhajas. Igual que haría con un hombre que, al verlo dormido en la playa, se ofreció a que lo hiciera en su casa; tras invitarle a cenar, intentó mantener relaciones sexuales con él. Un apretado cable alrededor del cuello del anfitrión puso fin a su "generosidad". Curiosamente "el estrangulador del Puerto" aportó un dato que ayudó a la INTERPOL a cargarle la autoría del crimen. Recordó que, al mantener contacto íntimo con su víctima, se quedó dentro del recto de ésta el vendaje que le cubría el dedo con el que le penetró. El informe del forense establecía que, efectivamente, al hacerle la autopsia se habían encontrado unas gasas en tal lugar.
Durante las dos décadas largas de internamiento fue sometido a tratamientos por diversos expertos. A consecuencia de ello jamás volvió a mostrarse violento con otros enfermos. "En ocasiones ocurre que algún interno se mete con él llamándole estrangulador y, sin violentarse, enseguida me llama y viene a presentar la queja oportuna". Declaraba uno de los jefes del centro de Carabanchel.
Bajito y de extraordinaria fortaleza. Un sujeto enigmático y agresivo, de mente retorcida, sin escrúpulos, en cuyo diccionario no entraban las palabras perdón, piedad o remordimiento, y que alardeaba de sus hazañas delictivas. Se pasaba el día musitando: "Necesito que alguien se acuerde de mí".
Con el paso de los años en el psiquiátrico, su aspecto externo tornó, pese a ser un cuarentón, en el de un anciano de cabello oscuro encanecido, ralo y enmarañado, barba hirsuta, rostro ajado y diabólico, ojos azules como el mar, fríos como el hielo y penetrantes como el acero. Pero su actitud cambió. "No he matado a nadie", susurraba a quien quería escucharle. Como si hubiera olvidado el casi medio centenar de asesinatos de los que alardeaba, describiéndolos con todo detalle en los interrogatorios policiales. Decía que quería curarse, trataba de recuperar la libertad.
Tras el cierre del madrileño psiquiátrico penitenciario de Carabanchel prosiguió su internamiento judicial en el sanatorio alicantino de Foncalen. Con la entrada en vigor del nuevo Código Penal fue puesto en libertad, falleció al poco tiempo debido a su desmedida adicción al tabaco, desarrolló una EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica) que acabó con su vida el 2 de febrero de 1998. Esta es, a grandes rasgos, la historia del mayor asesino de España un hombre que se enfadaba, de una manera incontrolable cuando en el centro del labio superior aparecian unos pelillo que le hacían dejar de parecerse a Cantinflas. Asesino, sì, pero con estilo